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Mansfield Park - Educando

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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

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podía desear que se quedara, y mil veces hubiera preferido que no le<br />

hablase.<br />

El recuerdo de sus dos primas ausentes, especialmente de María,<br />

predominaba en su mente al ver ahora a Henry, cuyo ánimo no aparecía<br />

alterado, en cambio, por ningún recuerdo turbador. Aquí estaba de<br />

nuevo, en el mismo lugar donde todo había sucedido y, a lo que parecía,<br />

tan dispuesto a quedarse y ser feliz sin las hermanas Bertram como si no<br />

hubiese conocido un <strong>Mansfield</strong> distinto al de ahora. Fanny le oyó hablar<br />

de ellas de un modo indirecto, generalizado, hasta que fueron a reunirse<br />

todos en el salón, donde Edmund entabló conversación aparte con el<br />

doctor Grant sobre algún tema particular que parecía absorber por<br />

completo su atención, y la señora Grant se ocupó en disponer la mesa<br />

para el té: entonces Henry empezó a hablar más concretamente de las<br />

dos hermanas, dirigiéndose a Mary. Con sonrisa significativa, lo que hizo<br />

que Fanny casi le odiara, dijo:<br />

––De modo que Rushworth y su hermosa novia se hallan en Brighton,<br />

según tengo entendido... ¡Hombre feliz!<br />

––Sí, allí estuvieron... unos quince días, ¿verdad, Fanny? Y Julia se fue<br />

con ellos.<br />

––Y Mr. Yates no estará lejos, supongo.<br />

––¡Mr. Yates! ¡Bah!, nada más hemos sabido de míster Yates. No creo<br />

que se cuenten muchas cosas suyas en la correspondencia que se recibe<br />

en <strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong>, ¿no es así, Fanny? Me imagino que Julia sabe muy<br />

bien lo que le conviene y no hará perder el tiempo a su padre hablándole<br />

de Mr. Yates.<br />

––¡Pobre Rushworth, con sus cuarenta y dos parlamentos! ––prosiguió<br />

Crawford––. Nadie podrá olvidarlos jamás. ¡Pobre muchacho! Me parece<br />

verle ahora... atribulado, desesperado. Vaya, me sorprendería mucho que<br />

su dulce María llegara a desear alguna vez que le hiciera a ella cuarenta<br />

y dos parlamentos ––añadió, con momentánea seriedad––: ella es muy<br />

superior para un hombre como él... excesivamente superior.<br />

Después, cambiando de nuevo el tono para imprimirle un carácter de<br />

delicada galantería, y dirigiéndose a Fanny, dijo:<br />

––Usted fue la mejor amiga de Mr. Rushworth. Su amabilidad y<br />

paciencia nunca podrán olvidarse; su infatigable paciencia al intentar<br />

que a él le fuera posible aprenderse su papel... en el intento de dotarle de<br />

un cerebro que la naturaleza le ha negado... de combinar para él una<br />

inteligencia a base de la que a usted le sobra... Puede que él no tenga<br />

comprensión suficiente para apreciar su gran amabilidad, pero me atrevo<br />

a afirmar que ésta fue merecidamente estimada por todos los restantes<br />

elementos del grupo.<br />

Fanny se ruborizó y permaneció callada.<br />

––¡Fue un sueño, un delicioso sueño! ––exclamó Henry, reanudando el<br />

tema después de haber quedado unos momentos pensativo––. Siempre<br />

recordaré nuestras actividades teatrales con exquisito placer. ¡Era tanto<br />

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