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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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mira!», él hubiera querido prestarles su personal asistencia.<br />
Una vez llegaron al arsenal, Henry empezó a fiar en la posibilidad de<br />
alguna conversación aparte con Fanny, al ver que se les juntaba un<br />
colega haragán de Mr. Price que acudía a dar su cotidiano vistazo al<br />
curso que seguían las cosas por allí, y que sin duda resultaría un<br />
compañero de charla más interesante que él para el padre de las niñas;<br />
y, en efecto, al cabo de unos momentos, parecían ambos muy satisfechos<br />
paseando juntos de un lado para otro y discutiendo asuntos de mutuo e<br />
inagotable interés, mientras los jóvenes se sentaban en las cuadernas del<br />
astillero o hallaban asiento a bordo de algún navío de las gradas de<br />
construcción, que todos fueron a ver. Fanny estaba, muy<br />
convenientemente para él, necesitada de descanso. Crawford no hubiese<br />
podido desearla más fatigada o más dispuesta a sentarse; pero sí hubiera<br />
deseado verse libre de la hermanita. Una chiquilla avispada de la edad de<br />
Susan, era la peor tercera persona del mundo..., era exactamente lo<br />
contrario de lady Bertram... todo ojos y oídos. Ante ella, no había manera<br />
de enfocar la cuestión principal. Hubo de contentarse con mostrarse<br />
simpático en común, dejar que Susan tuviera su parte de diversión y<br />
permitirse, de vez en cuando, una mirada o una insinuación a Fanny,<br />
mejor enterada y más en el caso. De lo que más habló fue de Norfolk:<br />
había pasado allí una temporada, y todo iba adquiriendo una mayor<br />
importancia gracias a sus actuales proyectos. Un hombre como él no<br />
podía venir de ningún lugar, de ningún medio social, sin traer consigo<br />
algo divertido; sus viajes y sus relaciones, todo era aprovechable, y<br />
Susan se entretenía de un modo totalmente nuevo para ella. Para Fanny,<br />
el relato contenía algo más que la accidental amenidad de las reuniones<br />
a que él había asistido. Sus palabras explicaban el particular motivo, que<br />
mereció la aprobación de Fanny, de su viaje a Norfolk, inusitado en<br />
aquella época del año. Había ido realmente para activarse en cuestiones<br />
de interés, como la renovación de un arriendo, del cual dependía el<br />
bienestar de una numerosa y (creía él) industriosa familia. Había<br />
sospechado que su apoderado llevaba algún asunto bajo mano... que<br />
intentaba predisponerle contra personas merecedoras de todo respeto; y<br />
había determinado ir personalmente a investigar a fondo la realidad del<br />
caso. Había ido, su desplazamiento había sido más beneficioso aún de lo<br />
que había previsto, había sido útil a más personas de las que<br />
comprendiera su plan inicial, y ahora podía felicitarse por ello y sentía<br />
que al cumplir un deber había asegurado una porción de gratas<br />
reminiscencias para su espíritu. Se había presentado a varios<br />
arrendatarios que nunca había visto hasta entonces; había empezado a<br />
saber de la existencia de chozas que, a pesar de hallarse dentro de su<br />
misma propiedad, no conocía aún. Esto era hacer puntería, y buena<br />
puntería, sobre Fanny. Era un gusto oírle hablar tan decorosamente. En<br />
esto se había portado como debía. ¡Ser el amigo de los pobres y los<br />
oprimidos! Nada podía ser tan grato para ella; y estaba a punto de<br />
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