Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
279<br />
siempre había sido así, y ella le reconocía todos los derechos. Sin<br />
embargo... ¡haberle dicho o preguntado tan poco acerca de ella! ¡No<br />
hacerle siquiera una pregunta interesándose por <strong>Mansfield</strong>! Le daba<br />
pena que se olvidaran de <strong>Mansfield</strong>; de los amigos que tanto habían<br />
hecho... ¡de sus caros, carísimos amigos! Pero allí, un solo tema lo<br />
absorbía todo. Acaso debía ser así. El destino del «Thrush» tal vez<br />
justificaba ahora un interés preeminente. En un par de días se vería la<br />
diferencia. A la corbeta debía echarse la culpa. No obstante, pensó que<br />
en <strong>Mansfield</strong> no hubiera sido así. No; en casa de tu tío se hubiera tenido<br />
en consideración el momento y el tiempo oportunos, se hubiera<br />
mantenido el tema dentro de sus justos límites, con una moderación,<br />
una propiedad y una atención para cada cual, al revés de lo que allí<br />
ocurría.<br />
La única interrupción que sufrieron esos pensamientos en el curso de<br />
casi media hora, se debió a un súbito estallido de su padre, no muy a<br />
propósito para sosegarlos. Al alcanzar los gritos y porrazos en el pasillo<br />
una intensidad más extremada que de ordinario, exclamó:<br />
––¡El diablo se lleve a esos perrillos! ¡Qué manera de cantar! ¡Hay que<br />
ver, y Sam grita más que todos juntos! Este muchacho tiene condiciones<br />
para contramaestre. ¡Eh... a ver, tú... Sam! Para este silbato si no quieres<br />
que vaya por ti.<br />
Esta amenaza fue tan palpablemente despreciada que, si bien antes de<br />
que transcurrieran cinco minutos los tres muchachos irrumpieron juntos<br />
en la salita y se sentaron, Fanny sólo pudo atribuirlo a que por el<br />
momento estaban en extremo cansados, como parecían indicar sus<br />
rostros encendidos y jadeantes respiraciones; especialmente teniendo en<br />
cuenta que todavía se coceaban unos a otros en las espinillas, para<br />
lanzar inmediatamente súbitos chillidos en las barbas de su mismo<br />
padre.<br />
Cuando de nuevo se abrió la puerta fue para algo más grato: para dar<br />
paso al servicio de té, que Fanny había empezado casi a desconfiar que<br />
apareciese aquella noche. Susan, ayudada de una sirvienta, cuyo<br />
aspecto ínfimo hizo comprender a Fanny, con gran sorpresa, que la que<br />
antes había visto era la sirvienta principal, entró todo lo necesario para<br />
el refrigerio. Al tiempo que ponía la olla en la lumbre, Susan miraba a su<br />
hermana, como indecisa entre la satisfacción triunfante de mostrar su<br />
actividad y utilidad y el temor de que considerase que se rebajaba con el<br />
desempeño de semejantes oficios. Dijo que había estado en la cocina<br />
para dar prisas a Sally y ayudarla a preparar las tostadas y extender la<br />
mantequilla sobre el pan, pues de lo contrario no sabía cuando hubiesen<br />
tomado el té, y ella estaba segura de que su hermana necesitaría tomar<br />
algo después del viaje.<br />
Fanny quedó muy agradecida. No pudo menos de confesar que tomaría<br />
muy a gusto un poco de té, y Susan se puso a prepararlo<br />
inmediatamente, como complacida de disponerlo todo ella sola; y con<br />
279