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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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Pero él era quien mandaba en <strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong>. Cuando de veras había<br />
tomado una decisión sobre cualquier medida a adoptar, conseguía<br />
siempre llevarla a efecto; también ahora, abundando en palabras sobre el<br />
tema, explicando y subrayando el deber que tenía Fanny de ver a su<br />
familia alguna vez, indujo a su mujer a que la dejara ir...,<br />
consiguiéndolo, no obstante, más por sumisión que por convicción; pues,<br />
fuera de que sir Thomas consideraba que Fanny debía ir, y por lo tanto<br />
tenía que ir, de muy poco más llegó a convencerse lady Beitiam. En la<br />
plácida soledad de su trasalcoba, en el curso de sus imparciales<br />
meditaciones, sin la coacción de los aturdidores argumentos de su<br />
marido, no podía reconocer la necesidad de que Fanny fuese para nada<br />
cerca de un padre y una madre que tanto tiempo habían podido pasar<br />
sin aquella hija, cuando ella tanto la necesitaba. Y en cuanto a no<br />
echarla de menos, que durante la discusión del caso con tía Norris fue el<br />
caballo de batalla, se opuso lady Bertram firmemente a admitir tal cosa.<br />
Sir Thomas había apelado a su razón, a su conciencia, a su dignidad.<br />
Lo calificó de sacrificio, y como tal lo pidió a su bondad y abnegación.<br />
Pero tía Norris quería persuadirla de que se podía muy bien prescindir de<br />
Fanny (estando ella dispuesta a dedicar a su hermana todo el tiempo que<br />
fuera preciso) y, en fin, de que no podía en realidad necesitarla o echarla<br />
de menos.<br />
––Puede que sea así ––se limitó a responder lady Bertram––, y hasta<br />
diría que tienes mucha razón; pero yo estoy segura de que voy a echarla<br />
mucho de menos.<br />
El paso siguiente fue ponerse en comunicación con Portsmouth. Fanny<br />
escribió ofreciendo su visita; y la contestación de su madre, aunque<br />
breve, fue tan cariñosa (en pocas líneas expresaba una tan espontánea y<br />
maternal alegría ante la perspectiva de volver a ver a su hija) que<br />
confirmó en Fanny todas sus previsiones de felicidad a su lado, y la<br />
convenció de que encontraría ahora a una tierna y cariñosa amiga en la<br />
«mamá» que, por cierto, antes nunca había mostrado por ella una muy<br />
notable dilección pero fácilmente podía suponer que esto había sido<br />
culpa suya o fruto de su imaginación. Probablemente se había hecho<br />
extraña a su amor con la debilidad y displicencia de su carácter<br />
medroso, o había sido inmoderada al desear una participación de cariño<br />
mayor de la que a una sola podía corresponder, entre tantos. Ahora, que<br />
había aprendido a hacerse útil y a reprimirse mejor, y que su madre no<br />
estaría ya tan ocupada en las incesantes tareas de una casa llena de<br />
criaturas, habría tiempo y gusto para toda grata sensación, y ambas<br />
serían pronto lo que madre e hija deben ser, una para con otra.<br />
El plan hizo a William casi tan feliz como a su hermana. Para él sería el<br />
mayor placer tenerla a su lado hasta el momento de embarcar, y acaso la<br />
encontraría aún allí al regreso de su primer crucero. Además, tenía<br />
grandes deseos de enseñarle el «Thrush» antes de que la nave<br />
abandonara el puerto. Era el «Thrush», realmente, la mejor corbeta en<br />
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