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Mansfield Park - Educando

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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

116<br />

vaciarás tu cerebro de toda esa bobada de teatro casero para sentarte<br />

cómodamente a tu mesa de lectura. Pero no permanezcas aquí<br />

demasiado tiempo, no vayas a resfriarte.<br />

Se fue; pero no pudo haber lectura, ni viajes a través de China, ni<br />

sosiego para Fanny. Edmund le había comunicado lo más extraordinario,<br />

lo más inconcebible, la más ingrata noticia, y ella no podía pensar en<br />

otra cosa. ¡Actuar él en la función! ¡Después de todas sus objeciones...<br />

objeciones tan justas y tan públicamente exteriorizadas! Después de todo<br />

lo que ella le había oído decir, de la actitud que le había visto adoptar y<br />

de lo bien que había conocido su modo de sentir... ¿Era posible?<br />

¡Edmund tan inconsecuente! ¿No estaría engañándose a sí mismo? ¿No<br />

estaría en un error? ¡Ah, todo se debía a miss Crawford! Bien había<br />

observado el gran efecto que todas y cada una de las frases de Mary<br />

producían en él, y se sintió desgraciada. Las dudas y escrúpulos respecto<br />

de su propio comportamiento, que antes la habían atormentado y que<br />

quedaron aletargados mientras estuvo escuchando a Edmund, se habían<br />

convertido ahora en cosa de poca importancia. Su pena actual, más<br />

honda, los había desplazado. Ya todo podía seguir su curso: ya tanto le<br />

daba cuál pudiera ser el fin. Sus primos podían atacar, pero dificilmente<br />

conseguirían fastidiarla. Ella estaba fuera de su alcance; y si al fin se<br />

veía obligada a ceder... no importaba... todo era sufrimiento ahora.<br />

CAPÍTULO XVII<br />

Fue, ciertamente, un día de triunfo para Tom y María. No se habían<br />

hecho la ilusión de alcanzar tal victoria sobre la reserva de Edmund, y<br />

quedaron encantados. Ya nada podía estorbarles en la realización de su<br />

ilusionado plan y se felicitaron mutuamente, en secreto, por la flaqueza<br />

de los celos a que atribuyeron el cambio, con toda la alegría de sus<br />

deseos satisfechos por todos conceptos. Edmund podía mostrarse<br />

todavía serio y decir que no le gustaba el proyecto en general y que tenía<br />

que desaprobar la obra elegida en particular: ellos habían logrado su<br />

objetivo. Edmund intervendría en la función, y a ello lo había arrastrado<br />

únicamente la fuerza de unas inclinaciones egoístas. Edmund había<br />

descendido de aquel punto de elevación moral en que se había<br />

mantenido hasta entonces, y ellos se sintieron tan mejorados como<br />

contentos por el descenso.<br />

Se portaron, no obstante, muy bien con él a la sazón, sin traslucir más<br />

exultación de la que traicionaban unos rasgos en las comisuras de los<br />

labios, y parecía que consideraban la decisión un recurso tan salvador<br />

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