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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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Julia.<br />
––Lo que tal vez sea una prueba de que prefiere a Julia más de lo que<br />
tú, Fanny, puedas suponer; pues a menudo se da el caso que un<br />
hombre, antes de decidirse, distinga a la hermana o a la amiga íntima de<br />
la mujer que ocupa su mente más que a ella misma. Demasiado buen<br />
sentido tiene Crawford para permanecer aquí si corriera algún peligro de<br />
enamorarse de María; y ella no me inspira ningún temor, después de la<br />
prueba que ha dado de que sus sentimientos no son fuertes.<br />
Fanny se dijo que estaría equivocada y se propuso pensar de otro modo<br />
en lo sucesivo; pero, no obstante todo lo que podía hacer su sumisión a<br />
Edmund, a pesar de todo el concurso de insinuaciones y miradas de<br />
inteligencia que eventualmente sorprendía en los demás y que, al<br />
parecer, querían significar que Julia era la elegida de Mr. Crawford, no<br />
siempre sabía qué pensar. Una noche pudo enterarse de las ilusiones de<br />
tía Norris sobre este particular, así como de sus sentimientos y de los de<br />
la señora Rushworth sobre un punto muy similar, y no pudo menos de<br />
asombrarse mientras escuchaba; y no poco contenta hubiera estado de<br />
no tener que escuchar, pues, mientras todo el resto de la gente joven<br />
estaba bailando, ella no tuvo más remedio que permanecer allí sentada,<br />
muy en contra de su voluntad, entre las viejas que charlaban junto al<br />
fuego, anhelando que regresara el mayor de sus primos, de quien<br />
dependían en aquel momento todas sus esperanzas de tener pareja. Era<br />
el primer baile de Fanny, aunque sin la preparación o el esplendor del<br />
primer baile de otras jovencitas. Tuvo lugar por la tarde y se montó en la<br />
sala del servicio, aprovechando la última adquisición de un violinista y la<br />
posibilidad de combinar cinco parejas con la colaboración de la señora<br />
Grant y de un nuevo amigo íntimo de Tom Bertram, que acababa de<br />
llegar de visita. La cosa, sin embargo, había resultado muy agradable<br />
para Fanny a lo largo de cuatro danzas, y le dolía no poco llevar perdido<br />
aunque sólo fuera un cuarto de hora. Mientras aguardaba con ansiedad,<br />
ya mirando a las parejas que bailaban, bien en dirección a la puerta,<br />
tuvo que escuchar forzosamente este diálogo entre las dos damas<br />
citadas.<br />
––Creo ––dijo tía Norris, dirigiendo la mirada hacia donde se hallaban<br />
James Rushworth y María Bertram, que formaban pareja por segunda<br />
vez que ahora volveremos a ver algunas caras alegres.<br />
––Sí, señora, desde luego ––manifestó la otra, acompañándose de una<br />
distinguidísima sonrisa afectada––; ahora nos proporcionará alguna<br />
satisfacción mirar a las parejas, y pienso que fue una verdadera lástima<br />
que se vieran obligados a separarse. Los jóvenes que se encuentran en<br />
su situación deberían estar excusados de observar las reglas generales.<br />
Me extraña que mi hijo no lo haya propuesto.<br />
––Sin duda lo hizo. Mr. Rushworth nunca se quedó atrás. Pero nuestra<br />
querida María tiene un sentido tan estricto de las formas, posee en tal<br />
alto grado esa genuina delicadeza que tanto escasea hoy en día, ese<br />
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