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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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muy lejos, y creo que puedo saltar tan bien como María, hasta sin que<br />
me ayuden.<br />
––Pero, Julia: Mr. Rushworth estará aquí dentro de un momento, con la<br />
llave. Espérale, por favor.<br />
––¿Esperarle yo? No es fácil. Demasiado he tenido que aguantar a esa<br />
familia, por una mañana. ¡Vamos, niña! Justamente ahora acabo de<br />
librarme de su horrible madre. ¡Menuda condena he tenido que soportar,<br />
mientras tú estabas aquí sentadita, tan compuesta y feliz! Tal vez te<br />
hubiera dado lo mismo encontrarte en mi sitio, pero el caso es que<br />
siempre te las arreglas para escabullirte de esos compromisos.<br />
La acusación no podía ser más injusta, pero Fanny prefirió no darle<br />
importancia y pasar por ella. Julia estaba picada y se dejaba llevar de su<br />
temperamento impulsivo; pero Fanny estaba segura de que no le duraría<br />
el mal humor, y por tanto, haciendo caso omiso de sus palabras, le<br />
preguntó si había visto a Mr. Rushworth.<br />
––Sí, sí, le vimos. Iba disparado, como si fuera cuestión de vida o<br />
muerte, y perdió el tiempo justo para decimos a lo que iba y dónde<br />
estabais. ––Es lástima que se haya tomado tanta molestia para nada.<br />
––De esto debe preocuparse María. Yo no estoy obligada a sufrir por sus<br />
pecados. De la madre no pude huir mientras tía Norris, siempre tan<br />
pesada, anduvo danzando por ahí con el ama de llaves, pero al hijo<br />
puedo eludirlo en todo momento.<br />
Inmediatamente trepó por la verja, saltó al otro lado y se alejó sin<br />
atender a la última pregunta de Fanny sobre si había visto algún rastro<br />
de Edmund y de Mary. La especie de temor que ahora sentía Fanny de<br />
encontrarse ante Mr. Rusworth le impidió pensar mucho en la<br />
prolongada ausencia de la pareja, como hubiera hecho en otro caso. Se<br />
daba cuenta de que le habían tenido muy poca consideración, y le<br />
resultaba violento tener que explicarle lo ocurrido. James se presentó<br />
cinco minutos después que Julia había desaparecido; y, aunque Fanny<br />
hizo cuanto pudo para referir el caso de modo que no resultara tan<br />
desagradable, él no pudo ocultar la enorme mortificación y el profundo<br />
disgusto que sentía. Al principio apenas dijo nada; sólo en su actitud se<br />
reflejó la sorpresa y el enojo que aquello le causaba. Se llegó a la verja y<br />
quedó allí, inmóvil, como sin saber qué hacer.<br />
––Me rogaron que me quedase; María me encargó que le dijera, en<br />
cuanto usted llegase, que los encontraría en aquella loma o en sus<br />
inmediaciones.<br />
––Me parece que no voy a ir más lejos ––dijo él, desalentado––. No se<br />
ven por ninguna parte. Cuando yo llegase a la loma, ellos ya se habrían<br />
marchado a otro sitio. Me he paseado bastante.<br />
Y fue a sentarse con aire sombrío junto a Fanny.<br />
––Lo siento mucho ––dijo ella––; es muy lamentable.<br />
Y hubiera dado cualquier cosa para que se le ocurriese algo más que<br />
poder decir, a propósito.<br />
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