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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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acertó al suponer que aquella pausa representaría un gran alivio para<br />
ella. Se había producido en su espíritu otra extraña revolución. Tuvo,<br />
realmente, una alegría al recibir la carta. En su actual destierro de la<br />
buena sociedad, y alejada de todo aquello que solía interesarla, una carta<br />
de alguien que pertenecía al grupo donde vivía su corazón, escrita con<br />
afectuosidad y cierta elegancia, tenía que ser bien recibida. El argumento<br />
usual, alegando crecientes compromisos, servía de excusa por no haber<br />
escrito antes.<br />
«Y ahora que he comenzado ––decía a continuación––, no valdría la<br />
pena que usted lea mi carta, pues al pie de la misma no irá ninguna<br />
pequeña dedicatoria de amor, no irán las tres o cuatro líneas<br />
apasionadas del más rendido H. C. del mundo, porque Henry se<br />
encuentra en Norfolk. Sus asuntos le llamaron a Everingham hace diez<br />
días, o tal vez fingió que le llamaban, por aquello de viajar al mismo<br />
tiempo que usted lo hacía. Pero el caso es que allí está y, dicho sea de<br />
paso, su ausencia puede explicar bastante la negligencia de su hermana<br />
en escribir, pues no ha habido ningún "Bueno, Mary, ¿cuándo escribes a<br />
Fanny? ¿No es hora de que escribas a Fanny?" que me espoleara. Al fin,<br />
después de varias tentativas para encontramos, he visto a sus primas,<br />
"la querida Julia y la queridísima María". Ayer me encontraron en casa y<br />
estuvimos muy contentas de volvemos a ver. "Parecíamos muy contentas"<br />
de vemos, y realmente creo que nos alegramos un poco. Tuvimos un<br />
sinfin de cosas que contamos. ¿Debo decirle qué cara puso la joven<br />
señora Rushworth cuando se mencionó el nombre de Fanny? Nunca me<br />
he inclinado a creer que ella carezca de serenidad, pero demostró no<br />
tener la suficiente para sus necesidades de ayer. En el aspecto general,<br />
Julia era la que estaba más favorecida de las dos... al menos después<br />
que salió a relucir el nombre de usted. María ya no se recuperó desde el<br />
momento en que hablé de "Fanny", y de igual modo que lo haría una<br />
hermana. Pero se acerca el día en que la joven señora Rushworth podrá<br />
lucir bien; nos mandó tarjeta de invitación a su primera fiesta, para el<br />
día 28. Entonces aparecerá en todo su esplendor, pues abre una de las<br />
mejoras casas de Wimpole Street. Yo estuve en ella hace un par de años,<br />
cuando pertenecía a lady Lascelle, y la prefiero a casi todas las que<br />
conozco en Londres; y de seguro que María tendrá entonces la sensación<br />
de que ––para decirlo con frase vulgar–– ve recompensado su sacrificio.<br />
Henry no hubiera podido brindarle una casa semejante. Espero que lo<br />
tendrá presente y se conformará, lo mejor que pueda, con ser la reina de<br />
un palacio, aunque el rey parezca mejor en segundo término. Por todo lo<br />
que me han dicho y he conjeturado, el barón de Wildenheim continúa<br />
dedicando sus atenciones a Julia, pero no sé que ella haga nada para<br />
fomentar enserio esas ilusiones. Un pobre barón no es buena pesca, y no<br />
creo que pueda serlo en este caso; pues, quítele usted sus rentas y no le<br />
queda nada al pobre barón. ¡Qué diferencia puede representar el cambio<br />
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