11.05.2013 Views

Mansfield Park - Educando

Mansfield Park - Educando

Mansfield Park - Educando

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

136<br />

nosotros eso de la pronunciación y la declamación, años atrás. Fue como<br />

pisar de nuevo un terreno conocido.<br />

Mr. Yates arrebató el tema a su amigo en cuanto le fue posible, e inmediatamente<br />

dio una referencia a sir Thomas de lo que habían hecho y<br />

estaban haciendo. Le contó el gradual desarrollo de sus proyectos, la feliz<br />

solución de sus primeras dificultades y el prometedor estado actual del<br />

asunto, relatándolo todo con un tan ciego entusiasmo, que le llevaba no<br />

tan sólo a una total inconsciencia de los movimientos de inquietud que<br />

hacían la mayoría de sus amigos en sus respectivos asientos (cambios de<br />

expresión, gestos de impaciencia, carraspeos...), sino que hasta le<br />

impedía ver el semblante que ponía la misma persona a quien se<br />

dirigía... las obscuras cejas fruncidas de sir Thomas, al mirar con<br />

interrogante gravedad a sus hijas y a Edmund, deteniéndose<br />

especialmente en el último, que sentía en el fondo de su alma el<br />

significado, la censura, el reproche que se traslucía en aquella actitud.<br />

Esto no lo acusaba con menor agudeza Fanny, que había corrido atrás<br />

su silla hasta colocarla en ángulo con el extremo del sofá en que se<br />

sentaba su tía y, así medio oculta en segundo término, veía muy bien<br />

todo lo que ocurría. Aquella mirada de reproche que a Edmund dirigió su<br />

padre, era algo que ella nunca hubiera podido sospechar; y saber que, en<br />

cierta parte, era merecida, lo hacía más sensible, en verdad. La mirada<br />

de sir Thomas expresaba claramente: «En tu buen juicio, Edmund, yo<br />

confiaba; ¿cómo hacías eso?». Ella se arrodillaba en espíritu ante su tío,<br />

y su pecho se hinchaba, pugnando por exclamar: «¡Oh, no; a él no!<br />

¡Mirad así a los demás, pero no a él!»<br />

Mr. Yates seguía hablando:<br />

––A decir verdad, sir Thomas, estábamos en pleno ensayo cuando usted<br />

llegó. Íbamos representando los tres actos, y no sin fortuna, en su<br />

conjunto. Nuestra compañía ha quedado ahora tan dispersada, por<br />

haberse marchado a su casa los Crawford, que nada más podremos<br />

hacer esta noche; pero, si usted quiere honramos con su compañía<br />

mañana por la noche, estoy casi seguro de que no vamos a defraudarle<br />

con nuestra actuación; contando con su benevolencia, por supuesto,<br />

pues sólo somos jóvenes aficionados... Desde luego, contando con su<br />

benevolencia.<br />

––Mi benevolencia no habrá de faltar, caballero ––replicó gravemente sir<br />

Thomas––, con tal que no se haga ni un ensayo más.<br />

Y, suavizando su expresión hasta esbozar una sonrisa, agregó:<br />

––He vuelto a mi casa para ser feliz e indulgente.<br />

A continuación, volviéndose a nadie en particular o a todos los demás<br />

en general, dijo sosegadamente:<br />

––En las últimas cartas que recibí de <strong>Mansfield</strong> se mencionaba a Mr. y<br />

miss Crawford. ¿Les consideráis unos amigos recomendables?<br />

Tom era el único, entre todos ellos, capaz de dar una respuesta; y,<br />

como no le guiaba ningún interés determinado con respecto a ninguno<br />

136

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!