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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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observaciones, considerándose todavía con derecho, dado su<br />
conocimiento de la naturaleza humana, a esperar que se le manifestara<br />
el efecto de la pérdida de influjo e importancia en el ánimo de su sobrina,<br />
y que las pasadas atenciones del enamorado produjeran en ella un<br />
regusto, un deseo de volver a gozarlas; mas, poco después, hubo que<br />
resignarse a no tener de momento una visión completa y exacta de todo<br />
ello, ante la perspectiva de otra visita, cuya sola presencia había él de<br />
considerar que bastaría para sostener los ánimos que tenía bajo<br />
observación. William había obtenido un permiso de diez días, que<br />
dedicaría a Northamptonshire, y allí se dirigía, convertido en el más feliz<br />
de los tenientes por ser su ascenso el más reciente, para mostrar su<br />
felicidad y describir su uniforme.<br />
Llegó; y le hubiera encantado exhibir el uniforme allí también, de no<br />
haberle impedido las crueles ordenanzas usarlo fuera del servicio. De<br />
modo que el uniforme se quedó en Portsmouth, y Edmund conjeturó que<br />
antes de que Fanny tuviera ocasión de verlo, toda su lozanía, y toda la<br />
lozanía de la ilusión de su poseedor, se habría marchitado. Se habría<br />
convertido en símbolo afrentoso; porque, ¿qué puede haber más impropio<br />
o indigno que el uniforme de un teniente que lleva de teniente uno o dos<br />
años, y ve que otros ascienden a capitán antes que él? Así razonaba<br />
Edmund, hasta que su padre le hizo confidente de un proyecto que<br />
permitía considerar la probabilidad de que Fanny viera al segundo<br />
teniente del «H. M. S. Thrush» en la plenitud de su gloria.<br />
El proyecto consistía en que ella acompañase a su hermano a la vuelta<br />
de éste a Portsmouth y pasara algún tiempo con sus familiares. Se le<br />
había ocurrido a sir Thomas en una de sus graves meditaciones, como<br />
una providencia justa y deseable; pero, antes de decidirse por completo,<br />
consultó a su hijo. Edmund lo consideró por todos lados, y no vio en ello<br />
sino un total acierto. La cosa era buena en sí, y no podía ser más<br />
oportuno el momento; además, no cabía duda de que sería en extremo<br />
agradable para Fanny. Esto bastó para que se determinara sir Thomas; y<br />
un decisivo: «Pues así se hará» cerró aquella etapa de la cuestión. Sir<br />
Thomas quedó no poco satisfecho, previendo unos beneficios aparte y<br />
además de lo hablado con su hijo; pues su móvil principal al prepararle<br />
aquel viaje tenía muy poco que ver con la conveniencia de que ella viera a<br />
sus padres otra vez, y nada en absoluto con la idea de procurarle una<br />
dicha. Deseaba, ciertamente, que fuera con gusto, pero no menos<br />
ciertamente deseaba que llegara a estar francamente hastiada de su<br />
hogar antes de dar por terminada allí su estancia; que un poco de<br />
abstinencia de los refinamientos y lujos de <strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> la llevase a<br />
penar más cuerdamente y la inclinara a justipreciar el valor de aquel otro<br />
hogar más estable, e igualmente amable para ella, que se le había<br />
ofrecido.<br />
Era un plan curativo para el entendimiento de su sobrina, que él debía<br />
considerar actualmente enfermo. Una permanencia de ocho o nueve años<br />
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