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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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más de palabra que de sentimiento. Su corazón se hizo para el amor y la<br />
ternura, no para el rencor. Me hubiese gustado que oyeras su tributo de<br />
alabanza; que hubieras podido ver la expresión de su rostro cuando dijo<br />
que tú debías ser la esposa de Henry. Observé que al nombrarte decía<br />
siempre «Fanny», cosa que antes no solía hacer; y sonaba a fraternal<br />
cordialidad.<br />
––Y la señora Grant... ¿qué decía?... ¿hablaba también?... ¿estuvo allí<br />
todo el rato?<br />
––Sí, se mostró completamente de acuerdo con su hermana. La<br />
sorpresa ante tu negativa, Fanny, parece que fue inmensa. Que pudieras<br />
rechazar a un hombre como Henry Crawford, parece que es más de lo<br />
que ellas pueden llegar a comprender. Dije por ti cuanto pude; pero, la<br />
verdad, tal como ellas consideran el caso, debes demostrarles que estás<br />
en tus cabales lo antes posible, mediante un cambio de actitud; nada<br />
más conseguirá satisfacerlas. Pero esto es coaccionarte. Ya he terminado;<br />
no te separes de mí.<br />
––Yo hubiera creído ––dijo Fanny, cerrando una pausa durante la cual<br />
se esforzó en concentrarse––, que toda mujer tenía que admitir la<br />
posibilidad de que un hombre no fuese aceptado, no fuese amado por<br />
otra mujer, por una al menos, por agradable que él sea para la<br />
generalidad. Aunque reúna todas las perfecciones del mundo, creo que<br />
no debería dejarse sentado como indudable que un hombre tiene que ser<br />
aceptado por todas las mujeres que a él se le ocurra querer. Pero, aun<br />
suponiéndolo así, concediendo a Mr. Crawford todos los derechos que<br />
sus hermanas le atribuyen, ¿cómo iba a estar yo preparada para acogerle<br />
con algún sentimiento de correspondencia a los suyos? Me cogió de<br />
sorpresa. Yo no había sospechado que su modo de portarse conmigo<br />
anteriormente tuviera algún significado; y es natural que yo no me<br />
hiciera el propósito de quererle, sólo porque hacía de mí un caso de<br />
ociosa distracción, al parecer, a falta de otra mejor. En tal ocasión<br />
hubiera sido el colmo de la vanidad hacerme ilusiones respecto de Mr.<br />
Crawford. Estoy segura de que sus hermanas, que tan alto lo valoran, lo<br />
hubieran considerado así, suponiendo que él nada les hubiera<br />
insinuado. ¿Cómo podía entonces sentir... sentirme enamorada de él en<br />
el instante en que me dijo que él lo estaba de mí? ¿Cómo iba yo a tener<br />
un afecto a su disposición, para el momento en que él lo requiriese? Sus<br />
hermanas deberían considerarme tan bien como a él. Cuanto más altos<br />
sus merecimientos, tanto más impropio de mí haber pensado siquiera en<br />
él. Y... y... tenemos unas ideas muy distintas sobre la naturaleza del sexo<br />
femenino, si ellas pueden suponer a una mujer capaz de corresponder<br />
tan pronto a un afecto como el que éste parece implicar.<br />
––Mi querida, queridísima Fanny: ahora conozco la verdad. Sé que es<br />
ésta la verdad; y muy dignos de ti son estos sentimientos. Ya antes te los<br />
había atribuido. Pensé que sabía interpretarte. Has dado ahora<br />
exactamente la misma explicación que yo aventuré por ti ante tu amiga y<br />
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