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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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nada se hacía como era debido. No podía respetar a sus padres como<br />
había esperado. La confianza en su padre nunca había sido grande; pero<br />
lo encontró más despreocupado de la familia, de hábitos peores y<br />
modales más groseros de lo que había previsto. No carecía de habilidad,<br />
pero sí de curiosidad y de conocimientos, aparte los de su profesión. No<br />
leía más que el periódico y el boletín de la Armada; no hablaba más que<br />
del arsenal, del puerto, de Spithead y del Motherbank; juraba y bebía,<br />
era sucio y basto. Ella no podía recordar nada parecido a la ternura en<br />
su modo de tratarla cuando niña. Sólo le había quedado una vaga<br />
impresión de aspereza y mal gusto; y ahora apenas si se había fijado en<br />
ella, excepto para hacerla objeto de una burda chuscada.<br />
Mayor fue el desencanto en cuanto a su madre; de ella había esperado<br />
mucho, y apenas encontró nada. Todas las halagüeñas suposiciones de<br />
que representaría algo importante para ella pronto se vinieron al suelo.<br />
La señora Price no era adusta; pero en vez de ganarse su afecto y<br />
confianza y hacerse cada vez más querida, su hija nunca encontraba en<br />
ella una ternura mayor que la que pudo apreciar el día de su llegada. Su<br />
instinto natural quedó pronto satisfecho, y el afecto de la señora Price no<br />
tenía otro fundamento. Su corazón y su tiempo estaban ya totalmente<br />
ocupados; no tenía horas ni sentimientos libres que dedicar a Fanny.<br />
Sus hijas nunca habían representado mucho para ella. Estaba<br />
enamorada de sus hijos, especialmente de William; y Betsey fue la<br />
primera de las niñas que mereció su especial estimación. Para con ésta<br />
era indulgente hasta un extremo de imprudencia. William era su orgullo;<br />
Betsey su cariño; y John, Richard, Sam, Tom y Charles acaparaban el<br />
resto de su solicitud maternal, alternándose sus inquietudes y<br />
satisfacciones. Éstos se repartían su corazón; su tiempo lo dedicaba<br />
principalmente a la casa y a las criadas. Pasaba los días en una especie<br />
de lento ajetreo... Siempre atareada, sin adelantar; siempre retrasada y<br />
lamentándolo, sin modificar sus procedimientos; deseando ser<br />
económica sin plan ni método; descontenta de las criadas, sin habilidad<br />
para mejorarlas, y lo mismo al ayudarlas, que al reprenderlas, que al<br />
condescender, sin autoridad alguna para granjearse su respeto.<br />
Comparándola con sus dos hermanas, la madre de Fanny se parecía<br />
mucho más a lady Bertram que a tía Norris. Era un ama de casa por<br />
necesidad, sin nada de la afición que tía Norris sentía por ello, ni nada de<br />
su característica actividad. Su disposición natural tendía a la indolencia<br />
y a la comodidad, como la de lady Bertram; y una vida semejante de<br />
opulencia y pasividad se hubiera ajustado mucho mejor a sus aptitudes<br />
que no este mundo de esfuerzos y abnegaciones en que la había colocado<br />
su imprudente boda. Hubiera desempeñado el papel de dama importante<br />
tan bien como lady Bertram, pero tía Norris hubiera sido una madre<br />
respetable de nueve hijos con escasos ingresos.<br />
Mucho de esto, Fanny no pudo menos que advertirlo. Por escrúpulo no<br />
daba forma en su mente a las palabras; pero tenía que notar, y notaba,<br />
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