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Mansfield Park - Educando

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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

236<br />

Sir Thomas pensó que, como reflexión general sobre Fanny, nada podía<br />

ser más injusto, a pesar de que él mismo, aquel mismo día, había<br />

expresado los mismos conceptos; y procuró cambiar la conversación. Lo<br />

procuró repetidas veces antes de conseguirlo, porque tía Norris carecía<br />

del discernimiento necesario para notar, ni entonces ni nunca, hasta qué<br />

punto sir Thomas consideraba bien a su sobrina, o lo lejos que estaba de<br />

desear que se ensalzaran los méritos de sus propias hijas a costa de<br />

rebajar los de Fanny. Tía Norris estuvo hablando a Fanny y lamentando<br />

su paseo secreto hasta la mitad de la comida.<br />

Calló, sin embargo, al fin; y la velada se presentó con un cariz más<br />

apacible para Fanny y una mayor cordialidad de lo que ella hubiera<br />

podido esperar después de aquella mañana tan tormentosa; pero, tenía,<br />

ante todo, la certeza de haber procedido rectamente, de que no la habían<br />

cegado sus propias convicciones... De la pureza de sus intenciones podía<br />

responder. Y, en segundo lugar, alimentaba la esperanza de que el<br />

disgusto de su tío iba cediendo, y cedería más aún cuando examinara el<br />

caso con más ecuanimidad y reconociera, como un hombre bueno debe<br />

reconocer, lo calamitoso e imperdonable, lo irremediable y vil que sería<br />

casarse sin amor.<br />

Cuando la entrevista que la amenazaba para la mañana siguiente<br />

hubiese terminado no podría menos de hacerse la ilusión de que el<br />

asunto había concluido por fin; y de que, una vez lejos Mr. Crawford de<br />

<strong>Mansfield</strong>, todo quedaría pronto como si no se hubiera dado el caso. No<br />

quería, no podía creer que lo que Mr. Crawford sintiera por ella le<br />

atormentase mucho tiempo; su espíritu no era de esa clase. Londres le<br />

curaría pronto. En Londres aprendería pronto a maravillarse de sus<br />

apasionamiento, y le agradecería a ella su sano juicio, que le salvaba de<br />

las malas consecuencias.<br />

Mientras Fanny estaba concibiendo estas esperanzas, a su tío, poco<br />

después del té, le reclamaron fuera de la habitación; caso éste demasiado<br />

corriente para que ella pudiera sorprenderse, y ni siquiera se acordó más<br />

de ello hasta que, a los diez minutos, reapareció el mayordomo y se<br />

dirigió directamente hacia ella para decirle:<br />

––Sir Thomas desea hablar con usted, señorita, en su despacho.<br />

Entonces se le ocurrió de qué podía tratarse; por su mente cruzó una<br />

sospecha que se llevó el color de sus mejillas. Pero se puso en pie<br />

inmediatamente, dispuesta a obedecer, cuando tía Norris la llamó:<br />

––¡Aguarda, aguarda, Fanny! ¿Qué te ocurre? ¿Adónde vas? No te<br />

precipites así. Puedes estar segura que no es a ti a quien llaman; es a mí,<br />

no lo dudes ––mirando al mayordomo––; lo que pasa es que tienes mucho<br />

afán de colocarte delante de todo el mundo. ¿Para qué iba a necesitarte<br />

sir Thomas? Es a mí, Baddeley, a quien se refiere usted; voy al momento.<br />

El recado era para mí, Baddeley, estoy segura; sir Thomas me llama a<br />

mí, no a miss Price.<br />

Pero Baddeley se mantuvo firme.<br />

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