You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
276<br />
con solicitud muy natural empezó a condolerse de las fatigas y<br />
necesidades de los dos viajeros.<br />
––¡Pobres hijos míos! ¡Qué cansados debéis estar! Y ahora, ¿qué vais a<br />
tomar? Empezaba a creer que no ibais a llegar nunca. Hacía media hora<br />
que Betsey y yo estábamos pendientes de vuestra llegada. ¿Llevaréis<br />
muchas horas sin haber probado nada? ¿Y qué quisierais tomar ahora?<br />
Yo no sabía si preferiríais algo de carne, o tan sólo una taza de té,<br />
después del viaje; de lo contrario hubiese tenido algo preparado. Y ahora<br />
temo que Campbell vuelva antes de que haya tiempo de asar una tajada,<br />
y no tenemos ninguna carnicería cerca. Es muy incómodo no tener una<br />
carnicería en la misma calle. Estábamos mucho mejor situados en la otra<br />
casa. Tal vez os apetezca un poco de té en cuanto esté listo.<br />
Ambos declararon que lo preferirían a cualquier otra cosa.<br />
––Entonces, Betsey, querida, corre a la cocina y mira si Rebecca ha<br />
puesto el agua; y dile que traiga los cacharros para el té en cuanto<br />
pueda. Me gustaría tener arreglada la campanilla; pero Betsey es una<br />
pequeña mensajera que siempre se tiene a mano.<br />
Betsey fue a cumplir el encargo con gran diligencia, orgullosa de<br />
mostrar sus habilidades ante su nueva y distinguida hermana.<br />
––¡Dios mío! ––prosiguió la ansiosa madre––. ¡Vaya fuego triste<br />
tenemos! Y diría que estáis los dos muertos de frío. Acerca más tu silla,<br />
querida. No sé en qué estaría pensando Rebecca. Estoy segura de<br />
haberle dicho que trajera algo de carbón, hace media hora. Susan, tú<br />
debías cuidar del fuego.<br />
––Yo estaba arriba, mamá, trasladando mis cosas ––replicó Susan,<br />
empleando un tono atrevido, de inhibición, que sobrecogió a Fanny––.<br />
Usted misma acaba de decirme que mi hermana Fanny y yo ocuparíamos<br />
la otra habitación; y no pude conseguir que Rebecca me prestase la<br />
menor ayuda.<br />
Ruidos diversos impidieron que se alargara la discusión. En primer<br />
lugar, entró el cochero reclamando que se le abonara el importe del viaje;<br />
después, hubo una disputa entre Sam y Rebecca sobre la forma de subir<br />
al piso el baúl de Fanny, que él quería manejar a su antojo; y, por<br />
último, entró Mr. Price, que fue precedido de su potente voz al lanzar<br />
cierta exclamación de la familia de los ternos para apartar a puntapiés,<br />
en el corredor, el maletín de su hijo y la sombrerera de su hija, y<br />
reclamar una vela. Nadie, sin embargo, le procuró la vela y él entró en la<br />
salita a continuación.<br />
Fanny, con alguna vacilación, se había puesto en pie para ir a su<br />
encuentro, pero volvió a sentarse al notar que él no la distinguía en la<br />
obscuridad ni pensaba en ella. Estrechando afectuosamente la mano de<br />
su hijo, y hablando con vehemencia, empezó en el acto Mr. Price su<br />
discurso:<br />
––¡Ah! Bienvenido, muchacho. Celebro verte de nuevo. ¿Sabes las noticias?<br />
El «Thrush» salió del puerto esta mañana. La cosa va en serio, ya lo<br />
276