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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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modo. Ya ve que no le gusta hacer función. Dejemos que decida tan<br />
libremente como todos nosotros. Su criterio es acreedor a toda<br />
consideración. No insista más.<br />
––No volveré a insistir ––replicó tía Norris, ofendida––; pero habré de<br />
considerarla una muchacha muy obstinada y desagradecida, cuando no<br />
es capaz de acceder a los deseos de su tía y sus primos... Muy<br />
desagradecida, vaya que sí, teniendo en cuenta quién es y lo que es.<br />
Edmund estaba demasiado indignado para poder hablar; pero miss<br />
Crawford, después de mirar por un momento con asombro a la señora<br />
Norris y luego a Fanny, cuyas lágrimas empezaban a asomar, dijo<br />
inmediatamente con cierta agudeza:<br />
––No me gusta mi situación; este sitio es demasiado caluroso para mí.<br />
Y corrió su silla hacia el lado opuesto de la mesa, junto a Fanny, para<br />
decirle en un discreto y amable susurro, al sentarse a su lado:<br />
––No se preocupe, querida; tenemos un día aciago. Todo el mundo está<br />
contrariado y molesto. Pero no les hagamos caso.<br />
Y con acentuada deferencia siguió hablándole e intentando levantar su<br />
ánimo y ponerla de buen humor, a pesar de que ella misma se sentía de<br />
un humor pésimo. Mediante una mirada que dirigió a su hermano, evitó<br />
que se renovaran los ruegos a Fanny para que aceptara el papel; y las<br />
intenciones realmente buenas por las que se regía, casi puramente, en<br />
aquellos momentos bastáronle para recuperar en el acto la totalidad del<br />
poquito terreno que había perdido a los ojos de Edmund.<br />
Fanny no quería a miss Crawford, pero le agradeció mucho su<br />
amabilidad; y cuando, después de interesarse por su labor y manifestarle<br />
que ella quisiera saber hacer unas labores tan primorosas, y rogarle que<br />
le prestara el diseño de la que estaba haciendo, y expresar su suposición<br />
de que se estaba preparando para ser presentada en sociedad, como sin<br />
duda se haría en cuanto su prima se hubiese casado, miss Crawford le<br />
preguntó si había tenido últimamente noticias de su hermano<br />
embarcado, y le dijo que tenía muchos deseos de conocerle, añadiendo<br />
que lo imaginaba un muchacho muy agradable, y aconsejó a Fanny que<br />
un pintor le hiciera un retrato para quedárselo ella antes de que se<br />
hiciera de nuevo a la mar...; después de todo esto, no pudo menos que<br />
admitir que eran unos halagos muy agradables, a los que forzosamente<br />
había que prestar oídos y a los que contestó poniendo en su acento más<br />
animación de la prevista.<br />
La conferencia en tomo al libro de la obra seguía aún, y el primero en<br />
interrumpir el coloquio de miss Crawford con Fanny fue Tom Bertram al<br />
manifestarle, con profundo pesar, que le resultaba totalmente imposible<br />
encargarse del papel de Anhalt, además del de mayordomo, ya que había<br />
puesto todo su afán en procurar hacerlo factible, pero no había forma:<br />
tenía que abandonar su empeño.<br />
––Pero no habrá la menor dificultad en encontrar quien quiera<br />
encargarse del papel ––añadió––. Sólo tenemos que abrir la boca.<br />
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