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Mansfield Park - Educando

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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

163<br />

––Y si llegara a llover, cosa que me parece más que probable, pues en<br />

mi vida vi un tiempo que amenazara lluvia para la tarde de un modo tan<br />

inequívoco, deberás arreglarte lo mejor que puedas, sin esperar que<br />

manden el coche por ti. Lo cierto es que yo no vuelvo a casa esta noche y,<br />

por lo tanto, el coche no saldrá por mi causa; así es que debes prevenirte<br />

por lo que pudiera ocurrir, y llevarte lo necesario para el caso.<br />

Su sobrina consideró que era perfectamente razonable. Tasaba su<br />

derecho a gozar de comodidades tan por bajo como pudiera hacerlo tía<br />

Norris; y cuando, al cabo de un momento, sir Thomas dijo al tiempo que<br />

abría la puerta:<br />

––Fanny, ¿a qué hora quieres que pase a recogerte el coche? ––quedó<br />

hasta tal punto asombrada, que le fue imposible pronunciar una<br />

palabra.<br />

––¡Querido Thomas! ––exclamó tía Norris, roja de ira––. Fanny puede<br />

andar.<br />

––¡Andar! ––repitió sir Thomas, con la más inconfundible dignidad y<br />

adentrándose más en la habitación––. ¡Mi sobrina acudir a pie a una<br />

invitación, en esta época del año...! ¿Te conviene a las cuatro y veinte?<br />

––Sí, tío ––contestó humildemente Fanny, sintiéndose casi tan culpable<br />

como un criminal ante tía Norris; y no pudiendo soportar la violencia de<br />

permanecer junto a ella en lo que podía parecer una situación triunfante,<br />

salió de la habitación siguiendo a su tío, retardándose sólo lo suficiente<br />

para oír estas palabras, pronunciadas con airada agitación:<br />

––¡Completamente innecesario!... ¡Excesivamente amable! Aunque también<br />

va Edmund... Sí, claro, es por él. Recuerdo que estaba afónico el<br />

martes por la noche.<br />

Pero esto no pudo engañar a Fanny. Se daba cuenta de que el coche se<br />

disponía para ella, sólo para ella; y la atención de su tío, a seguido de las<br />

tendenciosas consideraciones de su tía, le costó unas lágrimas de<br />

gratitud en cuanto estuvo sola.<br />

El coche llegó al minuto de la hora fijada; al cabo de otro minuto bajó el<br />

caballero; y como la dama, en su escrupuloso temor de retrasarse,<br />

llevaba ya bastantes minutos sentada, aguardando, en el salón, sir<br />

Thomas pudo verles salir con toda la puntualidad que sus correctos<br />

hábitos requerían.<br />

––Ahora deja que te mire, Fanny ––dijo Edmund, con la amable sonrisa<br />

de un hermano cariñoso––, y te diga lo mucho que me gustas; realmente,<br />

por lo que puedo juzgar con esta luz, estás muy linda. ¿Qué te has<br />

puesto?<br />

––El vestido nuevo que tu padre tuvo la bondad de regalarme para la<br />

boda de María. Espero que no vista demasiado; pero pensé que debía<br />

ponérmelo en cuanto pudiera, y que tal vez no se me presentará otra<br />

ocasión en todo el invierno. Quisiera que no me consideraras demasiado<br />

engalanada.<br />

––Una mujer nunca resulta demasiado engalanada si viste toda de<br />

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