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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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él las encontrara atractivas. Pero, en cualquier caso, la prolongación de<br />
su ausencia en el momento en que, de acuerdo con los planes previstos,<br />
ella debía trasladarse a Londres, significaba algo que se le hacía<br />
insoportable. De haber vuelto Henry, como había insinuado, al cabo de<br />
tres o cuatro días, ella habría ya abandonado <strong>Mansfield</strong>. Se le hizo<br />
absolutamente necesario comunicarse con Fanny y procurar saber algo<br />
más. No podía seguir viviendo en aquel aislamiento desventurado; y<br />
emprendió el camino del Parque, arrostrando las dificultades del sendero<br />
que una semana antes hubiera considerado impracticable, por si acaso<br />
podía obtener alguna noticia ampliatoria, para oír, cuando menos, su<br />
nombre.<br />
La primera media hora transcurrió inútilmente, porque Fanny y lady<br />
Bertram estaban juntas y en tanto no pudiera disponer de Fanny para sí<br />
nada había que esperar. Pero, al fin, lady Bertram salió de la habitación,<br />
y entonces, casi inmediatamente, miss Crawford empezó así, regulando<br />
su voz lo mejor que pudo:<br />
––¿Y qué efecto le produce a usted la prolongada ausencia de su primo<br />
Edmund? Siendo la única persona joven de la casa, considero que es<br />
usted la más perjudicada. Tiene que echarle de menos. ¿Le sorprende<br />
que demore su regreso?<br />
––No sé ––dijo Fanny con indecisión––. Sí, no es que lo esperase, precisamente.<br />
––Acaso siempre tarde en volver más de lo que dice. Es lo que suelen<br />
hacer todos los jóvenes.<br />
––Él no lo hizo la otra vez que fue a visitar a Mr. Owen.<br />
––La casa le habrá parecido más agradable, ahora. Él es un muchacho<br />
muy... muy simpático, y no puedo evitar cierta tristeza por no verle antes<br />
de marcharme a Londres, como sin duda ocurrirá. Estoy esperando que<br />
Henry llegue de un momento a otro, y en cuanto se presente ya nada<br />
podrá detenerme en <strong>Mansfield</strong>. Me hubiera gustado verle otra vez, lo<br />
confieso. Pero tendrá usted que transmitirle mis recuerdos. Sí, creo que<br />
han de ser recuerdos. ¿No falta algo, miss Price, en nuestro idioma... algo<br />
entre recuerdos y... y cariño..., que se adapte a la especie de relación<br />
amistosa que hemos mantenido? ¡Son tantos meses de trato! Pero los<br />
recuerdos son suficientes para el caso. ¿Era larga su carta? ¿Cuenta<br />
mucho de lo que hace? ¿Son las diversiones de las próximas Navidades<br />
lo que le retiene allí?<br />
––Yo sólo conozco parte de la carta. Era para mi tío. Pero creo que era<br />
muy corta; en realidad, estoy segura de que sólo contenía unas líneas. Lo<br />
único que sé es que su amigo le pidió con gran insistencia que se<br />
quedara unos días más, y que él accedió. Pocos días más, o unos días<br />
más...; no lo recuerdo exactamente.<br />
––¡Ah! Sí escribió a su padre...; pero yo pensé que podía haberse<br />
dirigido a lady Bertram, o a usted. Ahora bien, si escribió a su padre no<br />
es de extrañar la concisión. ¿Quién le escribiría una plática a sir<br />
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