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Mansfield Park - Educando

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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

55<br />

cómo soportar su emoción.<br />

CAPÍTULO VIII<br />

Los paseos a caballo de Fanny se reanudaron al día siguiente; y como<br />

la mañana era fresca, agradable, menos calurosa que las inmediatas<br />

anteriores, Edmund confió en que no tardaría en resarcirse de la salud y<br />

el goce perdidos. A poco de haber salido ella de paseo, llegó Mr.<br />

Rushworth en compañía de su madre, que acudió en visita de cortesía y<br />

dispuesta a mostrarse especialmente cortés al insistir para que se llevara<br />

inmediatamente a la práctica el plan de visitar Sotherton, que se había<br />

esbozado quince días atrás y que se había dejado dormir, a causa de<br />

haber tenido que ausentarse ella de la finca. A la señora Norris y a sus<br />

sobrinas les hizo mucha ilusión que se sacudiera el polvo del citado<br />

proyecto, y se señaló una fecha próxima, que fue aceptada, a condición<br />

de que Henry Crawford no tuviera otro compromiso contraído con<br />

anterioridad. El joven elemento femenino tuvo buen cuidado de<br />

introducir esta salvedad, y aunque tía Norris de buena gana hubiera<br />

respondido por él, ellas no quisieron autorizar esta libertad ni correr el<br />

riesgo. Al fin, después de atender a una insinuación de María Bertram,<br />

Mr. Rushworth descubrió que lo más propio era que él se llegara a la<br />

rectoría sin perder más tiempo, hablase directamente con Henry y le<br />

preguntase si el jueves le iría bien.<br />

Antes de que él volviera, se presentaron la señora Grant y Mary<br />

Crawford. Como llevaban algún tiempo fuera de casa y habían seguido<br />

un camino distinto hasta allí, no se habían tropezado con él. Sin<br />

embargo se dieron confortadoras esperanzas de que encontraría en casa<br />

a Mr. Crawford. Se habló, naturalmente, de la proyectada excursión a<br />

Sotherton. Era casi imposible, desde luego, que se hablara de otra cosa,<br />

pues tía Norris estaba la mar de ilusionada por ello; y la señora<br />

Rushworth, mujer ingenua, afable, insulsa y pomposa, que no concedía<br />

importancia a nada que no estuviera relacionado con sus propios<br />

asuntos y los de sus hijos, no había abandonado aún su insistencia<br />

cerca de lady Bertram para que se uniera a la partida. Lady Bertram no<br />

hacía más que rehusar; pero su modo suave al negarse hacía que la<br />

señora Rushworth siguiera pensando que deseaba aceptar, hasta que el<br />

mayor número de palabras y el tono más alto empleados por tía Norris la<br />

convencieron de lo contrario.<br />

––Sería muy fatigoso para mi hermana, excesivamente fatigoso, se lo<br />

aseguro, mi querida señora Rushworth. Son diez millas de ida y otras<br />

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