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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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la señora Grant, y ambas quedaron más satisfechas, aunque tu<br />
vehemente amiga se resistió un poco más a aceptarla debido a la fuerza<br />
de su cariño por Henry. Les dije que tú eras la criatura humana en quien<br />
más dominaba la costumbre y menos la novedad; y que el mismo<br />
carácter de novedad en la declaración de Crawford era desfavorable para<br />
él; que por ser tan nueva y reciente no podía favorecerle; que tú no<br />
podías tolerar cosa alguna a la que no estuvieras acostumbrada... y otras<br />
muchas cosas con el mismo propósito, a fin de darles una idea de tu<br />
natural. Mary nos hizo reír con sus planes para estimular a su hermano.<br />
Sugirió que habría que inducirle a perseverar con la esperanza de verse<br />
amado algún día, y de conseguir que sus declaraciones fueran acogidas<br />
más favorablemente al cabo de unos diez años de matrimonio feliz.<br />
Fanny pudo con dificultad esbozar la sonrisa que aquí se esperaba de<br />
ella. Sus sentimientos estaban revueltos. Temía haber hecho mal,<br />
hablando demasiado, exagerando la cautela que había considerado<br />
necesaria... Guardándose de un peligro para exponerse a otro. Y que le<br />
repitieran las gracias de miss Crawford en aquel momento, y sobre aquel<br />
asunto, era un amargo agravante.<br />
Edmund vio fatiga y angustia en su rostro, y en el acto resolvió<br />
abstenerse de toda insistencia y no volver a mencionar siquiera el<br />
nombre de Crawford, excepto en cuanto pudiera tener relación con lo que<br />
había de resultarle agradable a ella. Basándose en este principio, dijo<br />
poco después:<br />
––Se marchan el lunes. Por lo tanto, puedes tener la seguridad de que<br />
verás a tu amiga, bien mañana o el domingo. Realmente, se van el lunes;<br />
¡y pensar que estuve en un tris de dejarme convencer para quedarme en<br />
Lessingby hasta ese mismo día! Casi lo había ya prometido. ¡Qué distinto<br />
hubiera sido todo! Esos cinco o seis días más en Lessingby, quizás los<br />
hubiera sentido toda la vida.<br />
––¿Tan a punto estuviste de quedarte allí?<br />
––Tanto. Me lo pedían con la más amable insistencia, y casi había<br />
accedido. De haber recibido alguna carta de <strong>Mansfield</strong> informándome de<br />
cómo seguíais por aquí, creo que me hubiera quedado, en efecto; pero<br />
nada sabía de lo sucedido aquí en el transcurso de una quincena, y me<br />
pareció que llevaba ya bastante tiempo ausente.<br />
––¿Lo pasaste bien allí?<br />
––Sí; es decir, fue por culpa de mi estado de ánimo si no lo pasé mejor.<br />
Eran todos muy agradables. Dudo que ellos pensaran lo mismo de mí.<br />
Llevaba dentro una especie de desazón, de la que no pude librarme hasta<br />
que me encontré de nuevo en <strong>Mansfield</strong>.<br />
––Y las hermanas Owen... ¿te resultarían agradables, verdad?<br />
––Sí, mucho. Son unas muchachas simpáticas, animadas, desprovistas<br />
de afectación. Pero yo ya no sirvo, Fanny, para departir con chicas<br />
corrientes. Esas jovencitas, con toda su alegría y naturalidad, no pueden<br />
resultarle a un hombre acostumbrado al trato de mujeres sensibles. Son<br />
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