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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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elegantes! La distinción era excesiva. ¡La trataban como a sus primas! Y<br />
sus pensamientos volaron hacia aquellas primas ausentes con el más<br />
auténtico y tierno pesar porque no estaban en casa y no podían ocupar<br />
su puesto en el salón y participar de un placer que sería tan delicioso<br />
para ellas... ¡Tantas veces como las había oído suspirar por un baile en<br />
casa, como cifrando en él la mayor de las felicidades! ¡Y hallarse<br />
ausentes cuando el baile se daba! ¡Y tener que abrir ella el baile... y con<br />
Mr. Crawford, nada menos! Suponía que ellas no le envidiarían ahora tal<br />
distinción. Pero al recordar el estado de cosas en el pasado otoño, lo que<br />
cada cual había sido respecto de los otros cuando una vez se bailó en<br />
aquella casa, la presente combinación era algo que pasaba casi de lo que<br />
ella podía comprender.<br />
El baile empezó. Constituyó más bien un honor que una dicha para<br />
Fanny, al principio cuando menos. Su pareja estaba de excelente humor<br />
e intentaba comunicárselo a ella; pero estaba demasiado asustada para<br />
disfrutar mientras no pudiese suponer que ya no la observaban. Joven,<br />
bonita e ingenua, no cometía sin embargo una torpeza que no resultara<br />
una gracia, y pocas eran las personas que no estuvieran dispuestas a<br />
elogiarla. Era atractiva, era modesta, era la sobrina de sir Thomas... y<br />
pronto corrió la voz de que era admirada por Mr. Crawford. Motivos<br />
suficientes para merecer el favor general. El propio sir Thomas observaba<br />
cómo se desenvolvía en la danza grandemente complacido; estaba<br />
orgulloso de su sobrina, y sin atribuir todo su encanto personal a su<br />
trasplante a <strong>Mansfield</strong>, como al parecer hacía tía Norris, estaba<br />
satisfecho de sí mismo por haberle proporcionado lo demás... la<br />
educación y los modales, que esto sí le debía.<br />
Mientras sir Thomas permanecía así de pie contemplando a su sobrina,<br />
era a su vez observado por miss Crawford, que adivinaba buena parte de<br />
sus pensamientos; y como, a pesar de todo lo que él la perjudicase con<br />
sus conceptos, prevalecía en ella como un deseo general de acreditarse a<br />
sus ojos, aprovechó la oportunidad de pasar por su lado para decirle algo<br />
agradable sobre Fanny. El elogio fue caluroso, y él lo acogió como ella<br />
podía desear, suscribiéndolo con todo el entusiasmo que consentían la<br />
discreción, la cortesía y la mesurada lentitud de su lenguaje; y, por<br />
cierto, aventajando en mucho a su esposa, que se mostró menos<br />
expresiva sobre el particular cuando, unos momentos después, al<br />
descubrirla Mary muy cerca, sentada en un sofá, dio ésta media vuelta<br />
antes de empezar un baile para hacerle un cumplido respecto de lo<br />
encantadora que estaba Fanny.<br />
––Sí, es verdad que está muy encantadora ––fue la plácida respuesta de<br />
lady Bertram––. Mi doncella Chapman la ayudó a vestirse. Yo se la<br />
mandé.<br />
En realidad, no es que no le causara satisfacción el hecho de que<br />
admirasen a Fanny; pero mucho más la conmovía su propia bondad de<br />
enviarle a la señora Chapman, hasta el punto de que no podía quitárselo<br />
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