You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
141<br />
se había marchado el escenógrafo, después de haber ensuciado nada<br />
más que el enlosado de una habitación, estropeado todas las esponjas<br />
del cochero y conseguido que cinco de los criados inferiores se volvieran<br />
holgazanes y quedaran descontentos; y sir Thomas tenía la esperanza de<br />
que un par de días más bastarían para borrar todo signo externo de lo<br />
que allí hubo, y hasta para la destrucción de todas las copias sin<br />
encuadernar de «Promesas de Enamorados», pues en el acto quemaba<br />
todas las que descubría su mirada.<br />
Mr. Yates empezaba a entender ahora las intenciones de sir Thomas,<br />
aunque estaba tan lejos como antes de entender sus motivos. Él y su<br />
amigo estuvieron fuera casi toda la mañana con sus escopetas de caza, y<br />
Tom aprovechó la oportunidad para explicarle, con las oportunas<br />
excusas por la rareza de su padre, lo que debía esperarse. Mr. Yates lo<br />
sintió con toda la intensidad que es de suponer. Verse por segunda vez<br />
chasqueado en sus mismas ilusiones era ya un caso de mala suerte<br />
extremada; y fue tal su indignación que, de no haber sido por atención a<br />
su amigo, y a la hermana menor del mismo, se dijo que sin duda hubiera<br />
increpado a sir Thomas por lo absurdo de sus disposiciones y hubiera<br />
discutido con él hasta hacerle entrar en razón. Esto se decía con gran<br />
firmeza mientras se encontraba en los bosques de <strong>Mansfield</strong> y durante el<br />
camino de regreso a la casa; pero había algo en la presencia de sir<br />
Thomas, cuando estuvieron sentados en tomo a la misma mesa, que hizo<br />
pensar a Mr. Yates que era más prudente dejar que siguiera su camino, y<br />
lamentar su insensatez sin hacerle oposición. Había conocido a muchos<br />
padres desagradables hasta entonces, y había padecido las<br />
inconveniencias que los mismos ocasionan, pero nunca, en el curso de<br />
toda su vida, se había tropezado con uno que fuera tan<br />
ininteligiblemente moral, tan infamemente tiránico, como sir Thomas.<br />
Era un hombre que no se podía soportar más que en atención a sus<br />
hijos, y podía agradecerle a su hermosa hija Julia que Mr. Yates se<br />
dignase permanecer unos días más bajo su techo.<br />
La tarde transcurrió en medio de una aparente apacibilidad, aunque<br />
casi todos los ánimos estaban soliviantados; y la música que sir Thomas<br />
pidió a sus hijas contribuyó a ocultar la falta de armonía real. No era<br />
poca la agitación de María. Para ella era de suma importancia que ahora<br />
Henry no perdiera tiempo en declararse, y la mortificaba que pasara<br />
aunque sólo fuese un día más sin apariencias de haberse adelantado<br />
nada en aquel punto. Había estado esperando verle durante toda la<br />
mañana, y por la tarde seguía esperándole aún. Mr. Rushworth había<br />
partido temprano, con las importantes nuevas, para Sotherton; y ella<br />
había acariciado la esperanza de que las cosas se aclarasen<br />
inmediatamente, de modo que él pudiera ahorrarse la molestia de volver<br />
jamás. Pero nadie de la rectoría se dejó ver... ni un alma viviente... ni se<br />
habían tenido de allí más noticias que unas amables líneas de felicitación<br />
e interés de la señora Grant para lady Bertram. Era el primer día, desde<br />
141