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Mansfield Park - Educando

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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

57<br />

No, mi querido Edmund, esto sí que no resultaría.<br />

––Además ––agregó María––, sé que Mr. Crawford cuenta con llevamos.<br />

Después de lo que se habló al principio, reclamaría este derecho por<br />

considerarlo un compromiso.<br />

––Y, mi buen Edmund ––añadió tía Norris––, sacar dos carruajes<br />

cuando con uno basta sería buscarse molestias inútiles. Y, entre<br />

nosotros, el cochero no es muy amigo de las carreteras que nos unen a<br />

Sotherton; siempre se queja con mal humor de que por lo angosto de los<br />

caminos se araña el coche, y se comprende que no nos gustaría que<br />

vuestro padre, a su regreso, se encontrara con el barniz completamente<br />

rayado.<br />

––Ésta no seria una razón muy noble para hacer uso del de Mr.<br />

Crawford ––opinó María––; pero la verdad es que Wilcox es un pedazo de<br />

viejo estúpido que no tiene noción de cómo hay que conducir. Apostaria<br />

a que lo angosto de los caminos no representará ningún inconveniente el<br />

jueves próximo.<br />

––No creo que sea un sacrificio ––dijo Edmund–– ni nada desagradable<br />

ir en el pescante del birlocho.<br />

––¡Desagradable! ––exclamó María––. ¡Por Dios! Yo creo que todo el<br />

mundo lo consideraría el asiento favorito. Es como mejor pueden<br />

apreciarse las bellezas del paisaje. Es probable que la misma Mary<br />

Crawford prefiera reservarse la plaza del pescante para ella.<br />

––Entonces no puede haber obstáculo que impida a Fanny ir con<br />

vosotras; no cabe ya dudar de que dispondréis de un sitio para ella.<br />

––¡Fanny! ––exclamó la señora Norris––. Querido Edmund, no hay que<br />

pensar en que venga con nosotras. Se quedará con su tía. Así lo dije a la<br />

señora Rushworth. No la esperan.<br />

––No puedes tener motivo, supongo, madre ––dijo él, dirigiéndose a lady<br />

Bertram––, para desear que Fanny no se una a la partida, como no sea<br />

por ti, por tu comodidad. Pero si pudieras prescindir de ella no tendrías<br />

el menor empeño en que se quedara en casa, ¿verdad?<br />

––Claro que no; pero no puedo prescindir de ella.<br />

––Podrás, si me quedo yo en casa, como pienso hacer.<br />

Estas palabras provocaron un clamor general.<br />

––Sí ––prosiguió él––; no es necesario, en absoluto, que yo vaya, y<br />

pienso quedarme en casa. A Fanny le gustaría conocer Sotherton. Me<br />

consta que lo desea muchísimo. Pocas veces se le da una satisfacción<br />

como ésta, y estoy convencido, madre, de que te gustaría proporcionarle<br />

ahora este placer.<br />

––Oh, claro, mucho me gustaría... siempre que tu tía no vea algún inconveniente.<br />

Tía Norris se apresuró mucho a exponer el único inconveniente que<br />

podía existir aún: el de haber asegurado decididamente a la señora<br />

Rushworth que Fanny no podría ir, y el efecto tan raro que, por<br />

consiguiente, produciria el llevarla, lo que le pareció una dificultad<br />

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