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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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más que él mismo. Así es que estuvo hablando por espacio de varios<br />
minutos sin que Fanny osara interrumpirle. Apenas si alcanzaba a<br />
desearlo. Era excesiva la turbación de su espíritu. Había cambiado de<br />
postura; y con la mirada estática, fija en una de las ventanas, escuchaba<br />
a su tío, llena de congoja y tribulación. Él calló un momento, pero ella<br />
apenas había llegado a darse cuenta de la pausa cuando sir Thomas,<br />
poniéndose en pie, dijo:<br />
Y ahora, Fanny, desempeñada una parte de mi cometido y una vez tú<br />
enterada de que todo esto se apoya sobre una base totalmente segura y<br />
satisfactoria, voy a completarlo induciéndote a que me acompañes abajo,<br />
donde encontrarás a alguien más digno de ser escuchado, aunque puedo<br />
presumir de haber sido un interlocutor nada desdeñable. Mr. Crawford,<br />
como tal vez hayas previsto, está todavía aquí. Se encuentra en mi<br />
despacho, con la esperanza de verte.<br />
Al escuchar esto, puso Fanny una expresión, dio un respingo, lanzó un<br />
grito, que dejaron atónito a sir Thomas; pero, cuál no sería su asombro<br />
al oírla exclamar:<br />
––¡Oh, no, tío! No puedo, de veras que no puedo ir abajo, a su<br />
encuentro. Mr. Crawford debiera saber... tiene que saberlo; ayer le dije<br />
bastante para que quedara convencido... ayer me habló de ello... y le dije<br />
sin rebozo que era un tema muy desagradable para mí, y que no estaba<br />
en mi poder corresponderle.<br />
––No alcanzo a comprenderte ––dijo sir Thomas, sentándose de nuevo––<br />
. ¡Que no puedes corresponderle! ¿Qué significa esto? Ya sé que te habló<br />
ayer y, según tengo entendido, halló en ti todo el ánimo para seguir<br />
adelante que pudiera darle una muchacha prudente. A mí me gustó<br />
mucho tu comportamiento durante la velada; fue prueba de una<br />
discreción altamente recomendable. Pero ahora, cuando él ha hecho su<br />
declaración tan correcta y honestamente... ¿cuáles pueden ser tus<br />
escrúpulos, ahora?<br />
––¡Se engaña usted, tío! ––exclamó Fanny, impelida por la ansiedad del<br />
momento a decirle, hasta a su tío, que estaba en un error––. Está<br />
completamente equivocado. ¿Cómo ha podido Mr. Crawford decir tal<br />
cosa? Yo no le di ánimos ayer. Al contrario, le dije... no puedo recordar<br />
las palabras exactas, pero estoy segura que le dije que no quería<br />
escucharle, que era muy desagradable para mí por todos los conceptos, y<br />
que le rogaba que no volviera jamás a hablarme de aquel modo. Estoy<br />
segura de que le dije todo esto, y más; y más le hubiera dicho aún de<br />
haber tenido la absoluta certeza de que se proponía algo en seno; pero a<br />
mí no me gustaba... yo no podía... atribuir a sus palabras un sentido<br />
más formal del que pudieran tener. Yo creí que, para él, todo eso<br />
quedaría en nada.<br />
No pudo decir más; había quedado casi sin aliento.<br />
––¿He de interpretar ––dijo sir Thomas, rompiendo un corto silencio––<br />
que tienes la intención de rechazar a Mr. Crawford? ––Sí, señor.<br />
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