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Mansfield Park - Educando

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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

209<br />

––Echamos de menos a nuestros dos muchachos ––fue el comentario<br />

que hizo sir Thomas, lo mismo el primer día que el segundo, al formarse<br />

el pequeño círculo después de la comida; y en consideración a los ojos<br />

anegados en lágrimas de Fanny, nada más se añadió el primer día,<br />

excepto un brindis a la salud de ambos; pero al día siguiente la cosa se<br />

llevó un poco más lejos. William estaba recomendado y había que esperar<br />

su ascenso. Y hay motivos para suponer ––agregó sir Thomas––, que en<br />

adelante sus visitas serán bastante frecuentes. En cuanto a Edmund,<br />

debemos acostumbramos a prescindir de él. Éste será el último invierno<br />

que nos pertenezca como hasta ahora.<br />

––Sí ––dijo lady Bertram––, pero yo desearía que no se fuera. Pienso que<br />

todos se nos van. Preferiría que se quedaran en casa.<br />

Este deseo se refería principalmente a Julia, que acababa de pedir<br />

permiso para trasladarse a Londres con María; y como sir Thomas<br />

consideró que sería mejor para sus dos hijas conceder el permiso, lady<br />

Bertram, aunque con su buen natural no lo hubiera impedido, se<br />

lamentaba del cambio que ello introducía en el previsto regreso de Julia,<br />

que de otro modo se hubiera efectuado por entonces. A esto siguió una<br />

buena cantidad de argumentos llenos de sentido por parte de sir<br />

Thomas, tendentes a reconciliar a su esposa con lo acordado. Todo lo<br />

que unos padres considerados debieran sentir quedó expuesto para que<br />

ella se lo aplicara; y cuanto una madre amorosa tiene que sentir al<br />

aumentar el goce de sus hijos fue atribuido a su natural. Lady Bertram<br />

mostróse de acuerdo con todo ello con un plácido «sí»; y al cabo de un<br />

cuarto de hora de muda reflexión, observó espontáneamente:<br />

––Thomas, estuve pensando; y me alegro mucho de haber acogido a<br />

Fanny, como hicimos, pues ahora que los otros se ausentaron tocamos<br />

las ventajas.<br />

Sir Thomas mejoró en seguida esta «lisonja», añadiendo:<br />

––Muy cierto. Damos a Fanny una prueba de lo buena chica que la<br />

consideramos alabándola en su presencia. Ahora es muy valiosa su<br />

compañía. Si nosotros pudimos favorecerla a ella, ahora es ella<br />

indispensable para nosotros.<br />

––Sí ––dijo entonces lady Beitiam––, y es un consuelo pensar que ella<br />

no nos dejará nunca.<br />

Sir Thomas hizo una pausa, sonrió a medias, miró a su sobrina, y<br />

después replicó gravemente:<br />

––Espero que no nos dejará nunca... hasta verse solicitada en otra casa<br />

que pueda brindarle, razonablemente, una felicidad mayor que la hallada<br />

aquí.<br />

––Y esto no es muy probable, Thomas. ¿Quién podría invitarla? A María<br />

le gustará mucho, sin duda, tenerla de vez en cuando en Sotherton, pero<br />

no se le ocurrirá pedirle que viva allí; y estoy segura de que aquí está<br />

mejor... y, además, yo no puedo prescindir de ella.<br />

La semana que transcurría tan reposada y apaciblemente en la gran<br />

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