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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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Era una injuria y una afrenta para Julia, que hubiera debido ser la<br />
elegida de Mr. Crawford; y, con independencia de esto, estaba disgustada<br />
con Fanny porque había prescindido de ella; que ella hubiera querido<br />
desvirtuar la sensación de encumbramiento en la persona que siempre<br />
había intentado humillar.<br />
Sir Thomas le concedió en aquel caso un crédito de discreción mayor<br />
del que merecía; y Fanny hubiese llegado a bendecirla por limitarse a<br />
mostrarle su desagrado, sin obligarla a escucharlo.<br />
Lady Bertram lo tomó de otro modo. Había sido una belleza, y una<br />
belleza afortunada, toda su vida. Belleza y fortuna era cuanto excitaba<br />
su respeto. La noticia de que Fanny era requerida en matrimonio por un<br />
hombre rico, bastó para que ésta se elevara mucho en su opinión.<br />
Convencida por ello de que Fanny era muy bonita, cosa de la que había<br />
dudado hasta entonces, y de que se casaría ventajosamente, hasta sintió<br />
una especie de orgullo al llamar a su sobrina.<br />
––Bueno, Fanny ––dijo, tan pronto estuvieron solas... y, por cierto,<br />
había conocido algo parecido a la impaciencia por encontrarse a solas<br />
con ella; y su rostro, mientras hablaba, traslucía una extraordinaria<br />
animación––. Bueno, Fanny, esta mañana he tenido una sorpresa muy<br />
agradable. Debo hablarte de ello una vez siquiera; le dije a Thomas que<br />
debía hablarte, aunque sólo fuera una vez... y, después, ya estaré<br />
satisfecha. Te felicito, mi querida sobrina ––y mirándola con satisfacción<br />
añadió––––: ¡Hum...! Desde luego, somos una hermosa familia.<br />
Fanny se ruborizó y, de momento, no supo qué decir; pero enseguida,<br />
con la esperanza de cogerla por su punto flaco, contestó:<br />
––Querida tía, usted no podía desear que hubiese sido otra mi decisión,<br />
estoy segura. Usted no puede desear que me case; porque me echaría de<br />
menos, ¿no es cierto? Sí, estoy segura de que sería demasiado lo que me<br />
echaría de menos, para desear que me case.<br />
––No, querida; no iba a pensar en lo que te echaría de menos cuando te<br />
sale al paso una proposición como esa. Podría muy bien prescindir de ti,<br />
si te casaras con un hombre de posición tan espléndida como la de Mr.<br />
Crawford. Y debes tener presente, Fanny, que es deber de toda<br />
muchacha aceptar un ofrecimiento tan excepcional como este.<br />
Era acaso la única norma de conducta, el único consejo que Fanny<br />
había recibido de su tía en el curso de ocho años y medio. Esto la hizo<br />
callar. Comprendió lo inútil de una discusión. Si los sentimientos de su<br />
tía estaban contra ella, nada podía esperarse de una llamada a su<br />
entendimiento. Lady Beitiam estaba muy locuaz.<br />
––Algo quiero decirte, Fanny ––prosiguió––: estoy segura de que se<br />
enamoró de ti la noche del baile; estoy segura de que la cosa se enredó<br />
aquella noche. Tu aspecto era magnífico. Todo el mundo lo dijo. Así lo<br />
dijo sir Thomas. Y ya sabes que dispusiste de la Chapman para que te<br />
ayudara a vestir. Le diré a Thomas que estoy segura de que todo viene de<br />
aquella noche.<br />
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