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Mansfield Park - Educando

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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

160<br />

––Sin duda alguna.<br />

––¿Y si consultaras el caso con él, a ver lo que opina?<br />

––Esto está bien pensado. Así lo haré, Edmund. En cuanto llegue, le<br />

preguntaré a sir Thomas si puedo pasar sin ella.<br />

––Como te parezca, mamá; pero yo me refería a la opinión de mi padre<br />

en cuanto a lo correcto de aceptar o no aceptar la invitación; y creo que le<br />

parecerá bien tratándose de la señora Grant, así como de Fanny, que<br />

siendo la primera invitación, se acepte.<br />

––No sé. Se lo preguntaremos. Pero quedará muy sorprendido de que a<br />

la señora Grant se le haya ocurrido invitar a Fanny.<br />

No había más que decir, o que pudiera ser dicho con algún provecho,<br />

en tanto no se presentara sir Thomas; pero la cuestión, puesto que<br />

estaba relacionada con la mayor o menor comodidad de que ella pudiera<br />

disfrutar el siguiente día por la tarde, se hizo tan predominante en la<br />

mente de lady<br />

Bertram, que media hora después, al ver a su marido que asomó un<br />

momento la cabeza al interior al pasar por allí, mientras se dirigía del<br />

plantío a su habitación, lo hizo retroceder, cuando había ya casi cerrado<br />

la puerta, llamándole así:<br />

––Thomas, atiende un momento; tengo algo que decirte.<br />

Su tono de apacible languidez ––pues nunca se tomaba la molestia de<br />

levantar la voz––, se hacía siempre escuchar y atender; sir Thomas<br />

retrocedió. Ella empezó a referirle el caso y Fanny se deslizó<br />

inmediatamente fuera de la habitación; porque escuchar, sabiéndose ella<br />

misma el tema de cualquier discusión con su tío, era más de lo que sus<br />

nervios podían soportar. Estaba ansiosa, se daba cuenta... más ansiosa,<br />

quizás, de lo que hubiera debido estar, ya que... ¿qué importaba, en<br />

definitiva, si iba o se quedaba? Pero... si su tío estuviera largo rato<br />

considerando y sin decidirse, dando unas miradas muy serias, y estas<br />

graves miradas se dirigieran a ella, y, al fin, decidiera contra ella,<br />

probablemente no hubiera sido capaz de mostrarse debidamente sumisa<br />

e indiferente. Entretanto su pleito iba bien. Así se inició, por parte de<br />

lady Bertram:<br />

––Tengo que decirte algo que te sorprenderá. La señora Grant ha<br />

invitado a Fanny a comer.<br />

––Ya ––dijo sir Thomas, como esperando más para llegar a<br />

sorprenderse.<br />

Edmund desea que vaya. Pero, ¿cómo voy a prescindir de ella?<br />

––Llegará tarde ––dijo sir Thomas, sacando el reloj––; pero, di: ¿cuál es<br />

la dificultad que querías exponerme?<br />

Edmund se vio obligado a hablar y llenar las lagunas del relato de su<br />

madre. Lo contó todo, y ella sólo tuvo que añadir:<br />

––¡Es tan raro! Porque la señora Grant jamás tuvo la costumbre de<br />

invitarla.<br />

––Pero, ¿no es muy natural? ––observó Edmund–– que la señora Grant<br />

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