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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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que se diera cuenta de que estaba tan enfermo, que creyó oportuno, lo<br />
mismo que su médico, mandar aviso a <strong>Mansfield</strong>. Y lady Bertram,<br />
después de relatar el caso en substancia, observaba:<br />
«Esta angustiosa noticia, como supondrás, nos ha afectado en extremo,<br />
y no podemos evitar que nos invada una gran alarma y aprensión<br />
respecto del pobre enfermo, cuyo estado teme mi esposo que sea muy<br />
critico. Edmund se ha brindado amablemente para ir a cuidar a su<br />
hermano; pero con satisfacción puedo añadir que tu tío no me dejará en<br />
esta triste ocasión, lo que sería una prueba demasiado dura para mí. A<br />
Edmund le echaremos mucho de menos en nuestro reducido círculo;<br />
pero espero y confio que encontrará al pobre enfermo en un estado<br />
menos alarmante de lo que se ha temido, y que podrá traerle en breve a<br />
<strong>Mansfield</strong>, cosa que sir Thomas cree debería hacerse, pues considera que<br />
sería lo mejor por todos los conceptos; y yo me hago la ilusión de que el<br />
pobrecillo paciente estará pronto en condiciones de soportar el traslado<br />
sin mucho inconveniente ni perjuicio. Y como no puedo dudar de que<br />
unes tu sentimiento al nuestro, querida Fanny, en esta triste<br />
circunstancia, volveré a escribirte muy pronto.»<br />
El sentimiento de Fanny en tal ocasión era, desde luego, más profundo<br />
y genuino que el estilo literario de su tía. Por todos sentía verdadero<br />
pesar. Tom enfermo de gravedad, Edmund ausente para cuidarle y el<br />
reducido y triste círculo familiar de <strong>Mansfield</strong>, eran preocupaciones que<br />
desplazaban a todas las demás, o a casi todas. Sólo un pequeño resto de<br />
egoísmo pudo hallar en sí, nada más que para preguntarse si Edmund<br />
habría escrito a miss Crawford antes de que se le presentara aquel<br />
imperativo del deber; pero en ella no podía durar sentimiento alguno que<br />
no fuese puramente solidario y desinteresadamente ansioso ante la mala<br />
nueva. Su tía no se olvidó de ella: le escribió una y otra vez. En <strong>Mansfield</strong><br />
se recibían frecuentes partes de Edmund, y esos partes se transmitían<br />
regularmente a Fanny, a través del mismo estilo difuso y la misma<br />
mezcla de suposiciones, esperanzas y temores, persiguiéndose y<br />
engendrándose unos a otros al azar. Era como si jugara a tener miedo.<br />
Los sufrimientos que lady Bertram no «veía» ejercían escaso dominio<br />
sobre su fantasía; y escribía muy cómodamente sobre inquietudes,<br />
ansiedades y pobres enfermos, hasta que Tom fue efectivamente<br />
trasladado a <strong>Mansfield</strong> y pudo ella, por sus propios ojos, contemplar lo<br />
alterado de su aspecto. Entonces, una carta que previamente había<br />
empezado para Fanny, fue terminada a través de un estilo muy distinto...<br />
de un lenguaje en el que había auténtico sentimiento y alarma; entonces,<br />
se expresó por escrito como lo hubiera hecho de palabra.<br />
«Acaba de llegar, querida Fanny, y lo han subido arriba; he quedado<br />
tan apabullada al verle, que no sé qué hacer. Estoy segura de que ha<br />
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