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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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llegado a costarle; y, desde luego, también sería un alivio para ella, en<br />
cuanto a obsequios. Estaba muy contenta de haber dado a William lo<br />
que le dio al partir. Muy contenta, por supuesto, de haberlo podido<br />
hacer, sin sacrificio de orden material, precisamente en aquella ocasión...<br />
de haber podido darle algo de alguna importancia (esto es, para ella,<br />
teniendo en cuenta la limitación de sus medios), porque ahora todo<br />
podría serle de utilidad, ayudándole a equipar su camarote. Bien sabía<br />
ella que el muchacho tendría que hacer algún gasto, que muchas cosas<br />
las tendría que comprar... aunque seguramente sus padres le orientarían<br />
de modo que pudiera conseguirlo todo muy barato; pero ella estaba muy<br />
contenta de haber aportado su óbolo para aquel fin...<br />
––Me alegro de que le dieras algo importante ––dijo lady Bertram, con la<br />
calma menos sospechosa––, pues yo sólo le di diez libras.<br />
––¡Vaya! ––exclamó tía Norris, enrojeciendo––. A fe que se habrá<br />
marchado con los bolsillos bien forrados... ¡y sin costarle nada el viaje<br />
hasta Londres!<br />
––Thomas me dijo que diez libras eran suficientes.<br />
Tía Norris, no sintiéndose en absoluto inclinada a discutir la suficiencia<br />
de esa cantidad, optó por desarrollar el tema partiendo de otro punto.<br />
––Es asombroso ––dijo–– lo mucho que cuestan los jóvenes a aquéllos<br />
que les quieren..., ¡lo que cuesta educarlos y darles un camino! Poco se<br />
imaginan ellos lo que representa, lo que sus padres o sus tíos y tías<br />
tienen que gastar por ellos en el transcurso de un año. Mira, ahí tienes a<br />
los hijos de nuestra hermana: me atrevo a decir que nadie creería lo que<br />
todos ellos, en conjunto, cuestan al año a sir Thomas, para no hablar de<br />
lo que yo hago por ellos.<br />
––Es muy cierto, hermana, lo que dices. Pero... ¡pobres criaturas!, ellos<br />
no pueden remediarlo; y tú sabes que eso significa muy poco para sir<br />
Thomas.<br />
Fanny: espero que William no se olvide de mi chal si va a las Indias<br />
Orientales; y también le encargaré algo más que valga la pena tener. Me<br />
gustaría que fuese a las Indias Orientales; así podría traerme el chal. Me<br />
parece que tendré dos chales, Fanny.<br />
Fanny, entretanto, hablando sólo cuando no podía evitarlo, trataba<br />
ansiosamente de averiguar lo que Mr. Crawford y su hermana se<br />
proponían. Todo lo del mundo inducía a creer que no eran sinceros,<br />
excepto sus palabras y modo de proceder. Cuanto pudiera considerarse<br />
natural, probable, razonable, estaba en contra: así todos los hábitos y<br />
opiniones generales de los dos hermanos, como los pocos merecimientos<br />
de ella misma. ¿Cómo podía ella provocar un sentimiento formal en un<br />
hombre que había conocido a tantas, tenido la admiración de tantas, y<br />
flirteado con tantas, infinitamente superiores a ella; que parecía tan poco<br />
propenso a dejarse impresionar seriamente, hasta cuando alguien<br />
penaba por él; que se había mostrado tan ligero, indiferente e insaciable<br />
en este aspecto; que lo era todo para todos, y parecía no encontrar a<br />
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