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Mansfield Park - Educando

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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

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hecho su tía. Haberse visto llamada de aquel modo, para enterarse de<br />

que sólo se trataba del preludio de algo infinitamente peor; haber<br />

escuchado que debía hacer algo tan imposible para ella como intervenir<br />

en la representación y, después, haber tenido que soportar aquellas<br />

imputaciones de obstinación e ingratitud, reforzadas con aquella alusión<br />

a su situación de inferioridad... fue un todo que la hizo sufrir demasiado<br />

en el momento de producirse para que al recordarlo a solas pudiera<br />

afligirla mucho menos, especialmente teniendo en cuenta el<br />

sobreañadido temor de que a la mañana siguiente se renovara el<br />

planteamiento de la cuestión. La protección de miss Crawford sólo había<br />

servido para el momento; y si se veía de nuevo requerida por ellos, con<br />

toda la insistencia autoritaria que Tom y María eran capaces de<br />

desarrollar, y en el caso probable de que Edmund se encontrase fuera de<br />

casa, ¿qué podría hacer ella? Quedó dormida antes de hallar<br />

contestación a esta pregunta, que no le pareció menos abrumadora<br />

cuando se despertó por la mañana. Pero como el cuartito blanco del<br />

ático, que había seguido siendo su dormitorio desde el día que pasó a<br />

integrar la familia Bertram, resultase incompetente para sugerirle alguna<br />

contestación, Fanny recurrió, en cuanto estuvo vestida, a otra habitación<br />

más espaciosa y más apropiada para pasear, reflexionando, arriba y<br />

abajo, y de la que era desde hacía algún tiempo casi tan dueña como de<br />

la suya. Había sido el cuarto de estudio de las niñas; es decir, este<br />

nombre había sido su distintivo hasta que las hermanas Bertram no<br />

quisieron admitir que siguieran llamándolo ìsí ni se destinase a tal fin<br />

hasta otra época futura. Allí había vivido miss Lee y allí las niñas habían<br />

leído y escrito, y hablado y reído hasta hacía poco más de tres años,<br />

cuando aquélla abandonó la casa. Entonces la habitación se convirtió en<br />

un espacio inservible, y por algún tiempo quedó totalmente abandonada,<br />

excepto por parte de Fanny, que entraba a menudo para cuidar de sus<br />

plantas o siempre que deseaba coger uno de sus libros; y no estaba poco<br />

contenta de poder guardarlos allí, dada la insuficiencia de espacio<br />

disponible en su cuartito del piso superior. Pero gradualmente, a medida<br />

que se acrecentaba el valor que para ella tenía el nuevo espacio por las<br />

comodidades que le proporcionaba, fue considerándolo como parte<br />

integrante de sus dominios y pasaba allí casi todas sus horas libres; y al<br />

no tropezar con ninguna oposición había ido adueñándose de un modo<br />

tan natural e impremeditado de aquel rincón, que ahora todos lo<br />

consideraban de su pertenencia. Así, pues, el cuarto del este, como lo<br />

llamaban desde que María Bertram había cumplido los dieciséis años, se<br />

consideraba ahora casi tan particular de Fanny como el cuartito blanco<br />

del ático; pues la estrechez del uno hacía tan evidentemente razonable el<br />

uso del otro, que las hermanas Bertram, que tenían en sus respectivos<br />

aposentos todas las ventajas superiores que pudiera exigir su propio<br />

sentido de superioridad, lo aprobaron sin el menor reparo; y tía Norris,<br />

después de estipularse que jamás se encendería allí una estufa por<br />

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