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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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sacrificio, estoy seguro que, en cuanto lo hayas reflexionado, harás este<br />
sacrificio antes que apenas a quien se ha presentado con tanta solicitud<br />
a solucionar tus problemas. Las atenciones de Mary para contigo han<br />
sido... no diré que mayores de las que tú justamente mereces (sería yo la<br />
última persona que pensara tal cosa), pero han sido invariables; y<br />
corresponder a ellas con lo que tendría cierto aire de ingratitud, aunque<br />
sé que jamás podría envolver este significado, es algo que no forma parte<br />
de tu modo de ser, me consta. Ponte mañana la gargantilla, como así te<br />
has comprometido a hacer, y guarda la cadenilla, que no fue encargada<br />
expresamente para el baile, para otras ocasiones más corrientes. Éste es<br />
mi consejo. No quisiera ver una sombra de frialdad entre las dos<br />
personas cuya intimidad he venido observando con la mayor<br />
complacencia, y en cuyos caracteres hay tanto de común, en cuanto a<br />
auténtica generosidad y delicadeza natural, que hace que las escasas<br />
diferencias, debidas principalmente a las respectivas posiciones, no<br />
puedan ser obstáculo razonable que se oponga a una perfecta amistad.<br />
No quisiera que apareciese una sombra de frialdad ––repitió, bajando un<br />
poco la voz––, entre los dos seres que más quiero en el mundo.<br />
Con estas últimas palabras desapareció, y allí quedó Fanny, haciendo<br />
esfuerzos para tranquilizar su ánimo todo lo posible. Ella era uno de los<br />
dos seres que él más quería... Aquello debía sostenerla. Pero la otra... ¡la<br />
primera! Nunca, hasta aquel momento, le había oído hablar tan<br />
abiertamente; y aunque sus palabras no le descubrieron nada que ella<br />
no hubiera notado ya desde hacía mucho tiempo, fueron un golpe,<br />
porque hablaban de su convicción e intención. Estaba decidido: se<br />
casaría con Mary Crawford. Fue un golpe, a pesar de que lo venía<br />
esperando desde largo tiempo; y no tuvo más remedio que repetirse una<br />
y otra vez que era ella una de las dos personas que él más quería, para<br />
que estas palabras llegaran a producirle alguna impresión. De poder<br />
creer que miss Crawford era digna de él, el caso sería... ¡oh, qué distinto<br />
sería!... ¡cuánto más tolerable! Pero Edmund se engañaba con ella: le<br />
concedía méritos que no tenía; sus defectos eran los mismos de siempre,<br />
pero él ya no los veía. Hasta que hubo vertido muchas lágrimas por<br />
aquella decepción, no pudo Fanny dominar la agitación de su espíritu; y<br />
del abatimiento que siguió sólo pudo rehacerse con fervientes plegarias<br />
por la felicidad de él.<br />
Era su intención, que al mismo tiempo consideraba su deber, procurar<br />
sobreponerse a todo cuanto fuera excesivo, a todo cuanto rozara el<br />
egoísmo, en su afecto por Edmund. Calificar o considerar aquello como<br />
una pérdida, un desengaño, sería una presunción, para censurar la cual<br />
no encontraba ella palabras lo bastante enérgicas, que satisficieran su<br />
humildad. Pensar en él del modo que en Mary estaba justificado, seria<br />
una locura. Para ella, Edmund no podía significar nada... nada para ser<br />
más querido de lo que pueda serlo un amigo. ¿Por qué tal idea se le<br />
había ocurrido, aunque sólo fuera para reprobarla y prohibírsela? No<br />
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