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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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aquella misma noche. La señora Grant y los Crawford se comprometieron<br />
a volver para ello lo antes posible, después de la cena, y todos los que<br />
habían de intervenir esperaban el momento con gran ansiedad. Parecía<br />
existir con tal motivo un difundido espíritu de jovialidad: Tom se<br />
mostraba satisfecho por el gran paso que se daba hacia el fin perseguido,<br />
Edmund estaba de buen humor desde el ensayo de la mañana, y todos<br />
los pequeños roces e inconveniencias parecían haberse esfumado por<br />
todas partes. Todos estaban alerta e impacientes. Las damas se pusieron<br />
pronto en movimiento, no tardaron en seguirlas los caballeros y,<br />
exceptuando a lady Bertram, a tía Norris y a Julia, todos se reunieron en<br />
el teatro antes de la hora prevista; y, después de iluminarlo lo mejor que<br />
pudieron teniendo en cuenta que no estaba aún terminada la<br />
instalación, quedaron esperando nada más que la llegada de la señora<br />
Grant y los Crawford para dar comienzo.<br />
No se hicieron esperar mucho los Crawford, pero llegaron sin la señora<br />
Grant. Resultó que no podía acudir. El doctor Grant se había sentido<br />
indispuesto (indisposición en la que poco creía su linda cuñadita) y no<br />
podía prescindir de su mujer.<br />
––El doctor Grant está enfermo ––proclamó Mary con irónica solemnidad––.<br />
No ha dejado de estar enfermo desde el momento en que, hoy, no<br />
probó un bocado de faisán. Le pareció que estaba duro, retiró el plato y<br />
no ha dejado de sufrir desde entonces.<br />
¡Ahí estaba el gran desencanto! No poder contar con la señora Grant<br />
era algo realmente desastroso. Su agradable carácter y jovial<br />
conformidad hacían siempre de ella un valioso elemento para el grupo,<br />
pero ahora su concurso era absolutamente necesario. No podían<br />
representar, no podían ensayar a satisfacción sin ella. Todas las<br />
ilusiones puestas en aquella velada quedaron destruidas. ¿Qué iban a<br />
hacer? Tom, que a su cargo tenía el papel de granjero, estaba<br />
desesperado. Después de una pausa de muda perplejidad, empezaron<br />
algunos ojos a volverse hacia Fanny, y un par de voces a decir:<br />
––Si miss Price tuviera la bondad de leer el papel...<br />
Inmediatamente vióse acosada de súplicas... todos la rogaban... hasta<br />
Edmund le dijo:<br />
––Hazlo, Fanny, si no ha de serte muy desagradable.<br />
Pero Fanny siguió resistiendo aún. No podía soportar la idea de<br />
mezclarse en aquello. ¿Por qué no podían pedírselo igualmente a miss<br />
Crawford? O mejor: ¿por qué no se había retirado a su habitación, ya que<br />
había presentido que allí estaría más segura, en vez de querer presenciar<br />
el ensayo? Ella sabía que había de irritarla y entristecerla... ella sabía<br />
que su deber era mantenerse lejos. Ahora recibía el justo castigo.<br />
––Sólo tiene que leer el papel ––dijo Henry Crawford, con renovada insistencia.<br />
Y yo creo que lo sabe de memoria, palabra por palabra ––agregó María–<br />
–, pues tuvo ocasión de corregir a la señora Grant en veinte puntos, el<br />
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