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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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ves. ¡Voto a D..., llegas a punto crudo! Estuvo aquí el doctor,<br />
preguntando por ti: un bote le aguarda en el muelle y marchará a<br />
Spithead a eso de las seis, de modo que lo mejor será que vayas con él.<br />
Estuve en casa de Turner por lo del matalotaje; todo quedará arreglado.<br />
No me extraña que mañana se recibiera la orden de zarpar; pero es<br />
imposible navegar con este viento, si habéis de hacer rumbo al oeste; y el<br />
capitán Walsh cree, precisamente, que tomaréis esta dirección, junto con<br />
el «Elephant». ¡Voto a D..., ojalá podáis! Pero el viejo Scholey me decía<br />
ahora mismo que, según su parecer, primero os hartan acompañar al<br />
«Texel». Bueno, bueno: estamos dispuestos a lo que sea. Pero, ¡voto a<br />
D..., te has perdido un maravilloso espectáculo al no estar aquí esta<br />
mañana para ver al «Thrush» salir del puerto! Yo no me lo hubiera dejado<br />
perder ni por mil libras. El viejo Scholey vino corriendo a la hora del<br />
desayuno para decir que había soltado amarras y empezaba a deslizarse.<br />
Yo pegué un brinco y dando sólo un par de zancadas me planté en el<br />
muelle. Si jamás existió una perfecta belleza flotante, ésta es el «Thrush»;<br />
y allí está, fondeando en Spithead, y no se encontraría un inglés que no<br />
lo tomase por uno de los veintiocho. Esta tarde me pasé dos horas<br />
contemplándolo desde el terraplén. Está junto al «Endymion», entre éste<br />
y el «Cleopatra», precisamente hacia el este de la chata de arbolar.<br />
––¡Ah! ––exclamó William––, ahí, ni más ni menos, es donde yo lo<br />
hubiera emplazado. Es el mejor amarradero de Spithead. Pero tenemos<br />
aquí a Fanny, padre ––añadió, conduciéndole hacia donde ella se<br />
encontraba––; está esto tan oscuro que no la has visto siquiera.<br />
Reconociendo que se había olvidado por completo de ella, Mr. Price<br />
saludó entonces a su hija; y después que le hubo dado un cordial abrazo,<br />
después de observar que se había hecho una mujer y que pronto<br />
necesitaría marido, pareció muy inclinado a olvidarla de nuevo.<br />
Fanny volvió a sentarse, profundamente afligida por el lenguaje de su<br />
padre y por lo espirituoso de su aliento; y él siguió hablando tan sólo a<br />
su hijo, y tan sólo del «Thrush», a pesar de que William, no obstante lo<br />
mucho que le interesaba el tema, intentó varias veces hacerle pensar en<br />
Fanny, en su larga ausencia y en su largo viaje.<br />
Después de permanecer todavía algún tiempo a obscuras, llegó una<br />
vela; pero, como el té no apareciera aún, según los partes que Betsey<br />
traía de la cocina, no había muchas esperanzas de verlo aparecer antes<br />
de una considerable espera, William decidió ir a cambiarse de traje y<br />
hacer los preparativos necesarios para embarcar, lo que le permitiría<br />
tomar después el té con tranquilidad.<br />
Al salir él de la habitación, dos muchachos de cara sonrosada, sucios y<br />
andrajosos, de unos ocho y nueve años de edad, entraron<br />
atropelladamente. Acababan de regresar de la escuela y venían<br />
impacientes por ver a su hermana y contar que el «Thrush» había salido<br />
del puerto. Eran Tom y Charles. Charles había nacido después de la<br />
partida de Fanny, pero de Tom había cuidado a menudo, ayudando a su<br />
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