You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
282<br />
Mary se lo había dejado a ella, en su lecho de muerte, y lo natural<br />
hubiera sido que se lo dieran, para guardarlo con sus cosas, tiempo ha.<br />
Pero mamá no se lo permitía y siempre dejaba que Betsey lo cogiera; y al<br />
final resultaría que Betsey lo echaría a perder y se apropiaría de él, a<br />
pesar de que mamá le había prometido que Betsey no lo tendría en sus<br />
manos.<br />
Fanny tuvo una fuerte impresión de disgusto. Todo sentimiento de<br />
deber, honor y ternura fue agraviado con la perorata de su hermana y la<br />
réplica de su madre.<br />
––Vamos, Susan ––exclamaba la señora Price, en tono de queja––,<br />
vamos, ¿cómo puedes ser tan regañona? Siempre estás riñendo por ese<br />
cuchillo. Quisiera que no fueras tan camorrista. ¡Pobrecita Betsey! ¡Qué<br />
regañona es Susan contigo! Pero tú no debiste cogerlo, querida, cuando<br />
te mandé buscar en el cajón. Ya sabes que te dije que no lo tocaras,<br />
porque Susan se pone tan pesada con esto... Tendré que esconderlo otra<br />
vez, Betsey. ¡Pobrecita Mary, poco podía imaginar que sería una causa de<br />
discordia cuando me lo dio a guardar, dos horas tan sólo antes de morir!<br />
¡Pobre almita! Apenas se la podía oír cuando me dijo tan gentilmente:<br />
«Que se quede Susan con mi cuchillo, mamá, cuando yo esté muerta y<br />
enterrada». ¡Pobre corazoncito! Estaba tan encariñada con él, Fanny, que<br />
lo quiso tener junto a sí en la cama, durante toda la enfermedad. Se lo<br />
regaló su buena madrina, la anciana señora del almirante Maxwell, sólo<br />
seis semanas antes de que enfermara de muerte. ¡Pobre angelito mío! En<br />
fin, la muerte se la llevó para evitarle mayores sufrimientos... Lo que es<br />
mi pequeña Betsey ––acariciándola–– no ha tenido la suerte de una<br />
madrina tan ventajosa. Tía Norris vive demasiado lejos para acordarse de<br />
criaturitas como tú.<br />
Fanny no traía por cierto más encargo de tía Norris que un mensaje,<br />
para expresar su esperanza de que su ahijada fuese una buena niña y<br />
aprendiese en su libro. Por un instante se había escuchado en el salón<br />
de <strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> un ligero murmullo relativo al propósito de mandarle<br />
un libro de oraciones; pero no se produjo un segundo murmullo<br />
reiterativo de tal intención. Tía Norris, no obstante, trajo de su casa un<br />
par de viejos devocionarios de su esposo con esa idea; pero después de<br />
examinarlos se disipó su arrebato de generosidad. El uno resultó que<br />
tenía un tipo de letra demasiado menudo para los ojos de una pequeña, y<br />
el otro, que era demasiado pesado para acarrearlo Fanny por esos<br />
mundos.<br />
Fanny, cada vez más fatigada, aceptó agradecida la primera invitación<br />
que se le hizo para ir a acostarse; y antes de que Betsey terminara de<br />
llorar por habérsele concedido permanecer levantada tan sólo una hora<br />
extraordinaria en honor de su hermana, había salido ya, dejándolo todo<br />
abajo otra vez en confusa algarabía: pidiendo los muchachos queso<br />
tostado, reclamando a gritos el padre su ron con agua, y sin encontrar<br />
nadie a Rebecca, que nunca estaba donde debía estar.<br />
282