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Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

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LA REVOLUCIÓN SOCIAL, 1945-1990 2 97<br />

ción <strong>del</strong> tráfico de vehículos privados provocada por la ing<strong>en</strong>te cantidad de<br />

automóviles <strong>en</strong> manos de particulares, se puso de manifiesto, a partir de<br />

los años ses<strong>en</strong>ta, gracias a una nueva revolución <strong>en</strong> el transporte público.<br />

Jamás, desde la construcción de las primeras redes de tranvías y de metro,<br />

habían surgido tantas redes periféricas de circulación subterránea rápida <strong>en</strong><br />

tantos lugares, de Vi<strong>en</strong>a a San Francisco, de Seúl a México. Al mismo tiempo,<br />

la desc<strong>en</strong>tralización se ext<strong>en</strong>dió, al irse desarrollando <strong>en</strong> los distintos<br />

barrios o complejos resid<strong>en</strong>ciales suburbanos sus propios servicios comerciales<br />

y de <strong>en</strong>tret<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to, sobre todo gracias a los «c<strong>en</strong>tros comerciales» periféricos<br />

de inspiración norteamericana.<br />

En cambio, la ciudad <strong>del</strong> tercer mundo, aunque conectada también por<br />

redes de transporte público (por lo g<strong>en</strong>eral viejas e inadecuadas) y por un sinfín<br />

de autobuses y «taxis colectivos» desv<strong>en</strong>cijados, no podía evitar estar dispersa<br />

y mal estructurada, aunque sólo fuese porque no hay modo de impedirlo<br />

<strong>en</strong> el caso de aglomeraciones de veinte o treinta millones de personas,<br />

sobre todo si gran parte de los núcleos que las compon<strong>en</strong> surgieron como<br />

barrios de chabolas, establecidos probablem<strong>en</strong>te por grupos de ocupantes ilegales<br />

<strong>en</strong> espacios abiertos sin utilizar. Es posible que los habitantes de estas<br />

ciudades se pas<strong>en</strong> varias horas al día y<strong>en</strong>do de casa al trabajo y viceversa (ya<br />

que un puesto de trabajo fijo es valiosísimo), y es posible que estén dispuestos<br />

a efectuar peregrinaciones de la misma duración para ir a c<strong>en</strong>tros de rituales<br />

públicos como el estadio de Maracaná <strong>en</strong> Río de Janeiro (dosci<strong>en</strong>tos mil<br />

asi<strong>en</strong>tos), donde los cariocas adoran a los dioses <strong>del</strong> futebol; pero, <strong>en</strong> realidad,<br />

las conurbaciones tanto <strong>del</strong> viejo mundo como <strong>del</strong> nuevo eran cada vez<br />

más amasijos de comunidades teóricam<strong>en</strong>te —o, <strong>en</strong> el caso de Occid<strong>en</strong>te, a<br />

m<strong>en</strong>udo también formalm<strong>en</strong>te— autónomas, aunque <strong>en</strong> los países ricos de<br />

Occid<strong>en</strong>te, por lo m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> las afueras, gozaban de muchísimas más zonas<br />

verdes que <strong>en</strong> los países pobres o superpoblados de Ori<strong>en</strong>te y <strong>del</strong> Sur. Mi<strong>en</strong>tras<br />

que <strong>en</strong> las chabolas y ranchitos los seres humanos vivían <strong>en</strong> simbiosis<br />

con las resist<strong>en</strong>tes ratas y cucarachas, la extraña tierra de nadie que se ext<strong>en</strong>día<br />

<strong>en</strong>tre la ciudad y el campo que rodeaba lo que quedaba de los «c<strong>en</strong>tros<br />

urbanos» <strong>del</strong> mundo desarrollado fue colonizada por la fauna salvaje: comadrejas,<br />

zorros y mapaches.<br />

II<br />

Casi tan drástico como la decad<strong>en</strong>cia y caída <strong>del</strong> campesinado, y mucho<br />

más universal, fue el auge de las profesiones para las que se necesitaban<br />

estudios secundarios y superiores. La <strong>en</strong>señanza g<strong>en</strong>eral básica, es decir, la<br />

alfabetización elem<strong>en</strong>tal, era, desde luego, algo a lo que aspiraba la práctica<br />

totalidad de los gobiernos, hasta el punto de que a finales de los años och<strong>en</strong>ta<br />

sólo los estados más honestos o desamparados confesaban t<strong>en</strong>er más de<br />

media población analfabeta, y sólo diez —todos ellos, m<strong>en</strong>os Afganistán, <strong>en</strong><br />

África— estaban dispuestos a reconocer que m<strong>en</strong>os <strong>del</strong> 20 por 100 de su

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