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Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

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LA REVOLUCIÓN CULTURAL 323<br />

de África, por el otro (Goody, 1990, p. xvn). Así, por ejemplo, la poligamia,<br />

que, según se dice, estaba o había llegado a estar prácticam<strong>en</strong>te aus<strong>en</strong>te de<br />

Eurasia, salvo <strong>en</strong>tre algunos grupos privilegiados y <strong>en</strong> el mundo árabe, floreció<br />

<strong>en</strong> África, donde se dice que más de la cuarta parte de los matrimonios<br />

eran polígamos (Goody, 1990, p. 379).<br />

No obstante, a pesar de las variaciones, la inm<strong>en</strong>sa mayoría de la humanidad<br />

compartía una serie de características, como la exist<strong>en</strong>cia <strong>del</strong> matrimonio<br />

formal con relaciones sexuales privilegiadas para los cónyuges (el «adulterio»<br />

se considera una falta <strong>en</strong> todo el mundo), la superioridad <strong>del</strong> marido sobre la<br />

mujer («patriarcalismo») y de los padres sobre los hijos, además de la de las<br />

g<strong>en</strong>eraciones más ancianas sobre las más jóv<strong>en</strong>es, unidades familiares formadas<br />

por varios miembros, etc. Fuese cual fuese el alcance y la complejidad de<br />

la red de relaciones de par<strong>en</strong>tesco y los derechos y obligaciones mutuos que<br />

se daban <strong>en</strong> su s<strong>en</strong>o, el núcleo fundam<strong>en</strong>tal —la pareja con hijos— estaba<br />

pres<strong>en</strong>te <strong>en</strong> alguna parte, aunque el grupo o conjunto familiar que cooperase<br />

o conviviese con ellos fuera mucho mayor. La idea de que la familia nuclear,<br />

que se convirtió <strong>en</strong> el patrón básico de la sociedad occid<strong>en</strong>tal <strong>en</strong> los siglos xix<br />

y xx, había evolucionado de algún modo a partir de una familia y unas unidades<br />

de par<strong>en</strong>tesco mucho más amplias, como un elem<strong>en</strong>to más <strong>del</strong> desarrollo<br />

<strong>del</strong> individualismo burgués o de cualquier otra clase, se basa <strong>en</strong> un<br />

mal<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido histórico, sobre todo <strong>del</strong> carácter de la cooperación social y su<br />

razón de ser <strong>en</strong> las sociedades preindustriales. Hasta <strong>en</strong> una institución tan<br />

comunista como la zadruga o familia conjunta de los eslavos de los Balcanes,<br />

«cada mujer trabaja para su familia <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido estricto de la palabra, o sea,<br />

para su marido y sus hijos, pero también, cuando le toca, para los miembros<br />

solteros de la comunidad y los huérfanos» (Guidetti y Stahl, 1977, p. 58). La<br />

exist<strong>en</strong>cia de este núcleo familiar y <strong>del</strong> hogar, por supuesto, no significa que<br />

los grupos o comunidades de par<strong>en</strong>tesco <strong>en</strong> los que se integra se parezcan <strong>en</strong><br />

otros aspectos.<br />

Sin embargo, <strong>en</strong> la segunda mitad <strong>del</strong> siglo xx esta distribución básica y<br />

duradera empezó a cambiar a la velocidad <strong>del</strong> rayo, por lo m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> los países<br />

occid<strong>en</strong>tales «desarrollados», aunque de forma desigual d<strong>en</strong>tro de estas<br />

regiones. Así, <strong>en</strong> Inglaterra y Gales —un ejemplo, lo reconozco, bastante<br />

espectacular—, <strong>en</strong> 1938 había un divorcio por cada cincu<strong>en</strong>ta y ocho bodas<br />

(Mitchell, 1975, pp. 30-32), pero a mediados de los och<strong>en</strong>ta, había uno por<br />

cada 2,2 bodas (UN Statistical Yearbook, 1987). Después, podemos ver la<br />

aceleración de esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> los alegres ses<strong>en</strong>ta. A finales de los años<br />

set<strong>en</strong>ta, <strong>en</strong> Inglaterra y Gales había más de 10 divorcios por cada 1.000 parejas<br />

casadas, o sea, cinco veces más que <strong>en</strong> 1961 (Social Tr<strong>en</strong>ds, 1980, p. 84).<br />

Esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia no se limitaba a Gran Bretaña. En realidad, el cambio<br />

espectacular se ve con la máxima claridad <strong>en</strong> países de moral estricta y con<br />

una fuerte carga tradicional, como los católicos. En Bélgica, Francia y los<br />

Países Bajos el índice bruto de divorcios (el número anual de divorcios por<br />

cada 1.000 habitantes) se triplicó aproximadam<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre 1970 y 1985. Sin<br />

embargo, incluso <strong>en</strong> países con tradición de emancipados <strong>en</strong> estos aspectos,

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