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Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

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LA REVOLUCIÓN CULTURAL 337<br />

se podía def<strong>en</strong>der, a la luz de las teorías y de las prácticas sexuales habituales<br />

<strong>en</strong>tre las personas cultas y liberadas de los años och<strong>en</strong>ta Y sin embargo,<br />

tal como demostraban las investigaciones <strong>del</strong> antropólogo, todo eso no hacía<br />

el caso m<strong>en</strong>os traumático. Situaciones no tan extremas podían producir niveles<br />

de inseguridad y de sufrimi<strong>en</strong>to m<strong>en</strong>tal comparables; por ejemplo, contactos<br />

sexuales corri<strong>en</strong>tes. La alternativa a una vieja conv<strong>en</strong>ción, por poco<br />

razonable que fuera, podía acabar si<strong>en</strong>do no una nueva conv<strong>en</strong>ción o un<br />

comportami<strong>en</strong>to racional, sino la total aus<strong>en</strong>cia de reglas, o por lo m<strong>en</strong>os una<br />

falta total de cons<strong>en</strong>so acerca de lo que había que hacer.<br />

En la mayor parte <strong>del</strong> mundo, los antiguos tejidos y conv<strong>en</strong>ciones sociales,<br />

aunque minados por un cuarto de siglo de transformaciones socioeconómicas<br />

sin parangón, estaban <strong>en</strong> situación <strong>del</strong>icada, pero aún no <strong>en</strong> pl<strong>en</strong>a<br />

desintegración, lo cual era una suerte para la mayor parte de la humanidad,<br />

sobre todo para los pobres, ya que las redes de par<strong>en</strong>tesco, comunidad y<br />

vecindad eran básicas para la superviv<strong>en</strong>cia económica y sobre todo para<br />

t<strong>en</strong>er éxito <strong>en</strong> un mundo cambiante. En gran parte <strong>del</strong> tercer mundo, estas<br />

redes funcionaban como una combinación de servicios informativos, intercambios<br />

de trabajo, fondos de mano de obra y de capital, mecanismos de<br />

ahorro y sistemas de seguridad social. De hecho, sin la cohesión familiar<br />

resulta difícilm<strong>en</strong>te explicable el éxito económico de algunas partes <strong>del</strong> mundo,<br />

como por ejemplo el Extremo Ori<strong>en</strong>te.<br />

En las sociedades más tradicionales, las t<strong>en</strong>siones afloraron <strong>en</strong> la medida<br />

<strong>en</strong> que el triunfo de la economía de empresa minó la legitimidad <strong>del</strong> ord<strong>en</strong><br />

social aceptado hasta <strong>en</strong>tonces, basado <strong>en</strong> la desigualdad, tanto porque las aspiraciones<br />

de la g<strong>en</strong>te pasaron a ser más igualitarias, como porque las justificaciones<br />

funcionales de la desigualdad se vieron erosionadas. Así, la opul<strong>en</strong>cia y<br />

la prodigalidad de los rajas de la India (igual que la ex<strong>en</strong>ción fiscal de la fortuna<br />

de la familia real británica, que no fue criticada hasta los años nov<strong>en</strong>ta) no<br />

despertaba ni las <strong>en</strong>vidias ni el res<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de sus subditos, como las podría<br />

haber despertado las de un vecino, sino que eran parte integrante y signo de su<br />

papel singular <strong>en</strong> el ord<strong>en</strong> social e incluso cósmico, que, <strong>en</strong> cierto s<strong>en</strong>tido, se<br />

creía que mant<strong>en</strong>ía, estabilizaba y simbolizaba su reino. De modo parecido, los<br />

considerables lujos y privilegios de los grandes empresarios japoneses resultaban<br />

m<strong>en</strong>os inaceptables, <strong>en</strong> la medida <strong>en</strong> que se veían no como su fortuna particular,<br />

sino como un complem<strong>en</strong>to a su situación oficial d<strong>en</strong>tro de la economía,<br />

al modo de los lujos de que disfrutan los miembros <strong>del</strong> gabinete británico<br />

—limusinas, resid<strong>en</strong>cias oficiales, etc.—, que les son retirados a las pocas<br />

horas de cesar <strong>en</strong> el cargo al que están asociados. La distribución real de las<br />

r<strong>en</strong>tas <strong>en</strong> Japón, como sabemos, era mucho m<strong>en</strong>os desigual que <strong>en</strong> las sociedades<br />

capitalistas occid<strong>en</strong>tales; sin embargo, a cualquier persona que observase<br />

la situación japonesa <strong>en</strong> los años och<strong>en</strong>ta, incluso desde lejos, le resultaba<br />

difícil eludir la impresión de que, durante esta década de crecimi<strong>en</strong>to económico,<br />

la acumulación de riqueza individual y su exhibición <strong>en</strong> público ponía<br />

más de manifiesto el contraste <strong>en</strong>tre las condiciones <strong>en</strong> que vivían los japoneses<br />

comunes y corri<strong>en</strong>tes —mucho más modestam<strong>en</strong>te que sus homólogos

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