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Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

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334 LA EDAD DE ORO<br />

El carácter iconoclasta de la nueva cultura juv<strong>en</strong>il afloró con la máxima<br />

claridad <strong>en</strong> los mom<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> que se le dio plasmación intelectual, como <strong>en</strong><br />

los carteles que se hicieron rápidam<strong>en</strong>te famosos <strong>del</strong> mayo francés <strong>del</strong> 68:<br />

«Prohibido prohibir», y <strong>en</strong> la máxima <strong>del</strong> radical pop norteamericano Jerry<br />

Rubin de que uno nunca debe fiarse de algui<strong>en</strong> que no haya pasado una temporada<br />

a la sombra (de una cárcel) (Wi<strong>en</strong>er, 1984, p. 204). Contrariam<strong>en</strong>te a<br />

lo que pudiese parecer <strong>en</strong> un principio, estas no eran consignas políticas <strong>en</strong><br />

el s<strong>en</strong>tido tradicional, ni siquiera <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido más estricto de abogar por la<br />

derogación de leyes represivas. No era ese su objetivo, sino que eran anuncios<br />

públicos de s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos y deseos privados. Tal como decía la consigna de<br />

mayo <strong>del</strong> 68: «Tomo mis deseos por realidades, porque creo <strong>en</strong> la realidad<br />

de mis deseos» (Katsiaficas, 1987, p. 101). Aunque tales deseos aparecies<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> declaraciones, grupos y movimi<strong>en</strong>tos públicos, incluso <strong>en</strong> lo que parecían<br />

ser, y a veces acababan por des<strong>en</strong>cad<strong>en</strong>ar, rebeliones de las masas, el subjetivismo<br />

era su es<strong>en</strong>cia. «Lo personal es político» se convirtió <strong>en</strong> una importante<br />

consigna <strong>del</strong> nuevo feminismo, que acaso fue el resultado más duradero<br />

de los años de radicalización. Significaba algo más que la afirmación de<br />

que el compromiso político obedecía a motivos y a satisfacciones personales,<br />

y que el criterio <strong>del</strong> éxito político era cómo afectaba a la g<strong>en</strong>te. En boca de<br />

algunos, sólo quería decir que «todo lo que me preocupe, lo llamaré político»,<br />

como <strong>en</strong> el título de un libro de los años set<strong>en</strong>ta, Fat Is a Feminist Issue*<br />

(Orbach, 1978).<br />

La consigna de mayo <strong>del</strong> 68 «Cuando pi<strong>en</strong>so <strong>en</strong> la revolución, me <strong>en</strong>tran<br />

ganas de hacer el amor» habría desconcertado no sólo a L<strong>en</strong>in, sino también<br />

a Ruth Fischer, la jov<strong>en</strong> militante comunista vi<strong>en</strong>esa cuya def<strong>en</strong>sa de la promiscuidad<br />

sexual atacó L<strong>en</strong>in (Zetkin, 1968, pp. 28 ss.). Pero, <strong>en</strong> cambio,<br />

hasta para los típicos radicales neomarxistas-l<strong>en</strong>inistas de los años ses<strong>en</strong>ta y<br />

set<strong>en</strong>ta, el ag<strong>en</strong>te de la Comintern de Brecht que, como un viajante de<br />

comercio, «hacía el amor t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do otras cosas <strong>en</strong> la m<strong>en</strong>te» («Der Liebe<br />

pflegte ich achtlos», Brecht, 1976, II, p. 722) habría resultado incompr<strong>en</strong>sible.<br />

Para ellos lo importante no era lo que los revolucionarios esperas<strong>en</strong> conseguir<br />

con sus actos, sino lo que hacían y cómo se s<strong>en</strong>tían al hacerlo. Hacer<br />

el amor y hacer la revolución no podían separarse con claridad.<br />

La liberación personal y la liberación social iban, pues, de la mano, y las<br />

formas más evid<strong>en</strong>tes de romper las ataduras <strong>del</strong> poder, las leyes y las normas<br />

<strong>del</strong> estado, de los padres y de los vecinos eran el sexo y las drogas. El<br />

primero, <strong>en</strong> sus múltiples formas, no estaba ya por descubrir. Lo que el poeta<br />

conservador y melancólico quería decir con el verso «Las relaciones<br />

sexuales empezaron <strong>en</strong> 1963» (Larkin, 1988, p. 167) no era que esta actividad<br />

fuese poco corri<strong>en</strong>te antes de los años ses<strong>en</strong>ta o que él no la hubiese<br />

practicado, sino que su carácter público cambió con —los ejemplos son<br />

suyos— el proceso a El amante de Lady Chatterley y «el primer LP de los<br />

«La gordura es un tema feminista». (N. <strong>del</strong> t.)

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