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Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

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LAS CIENCIAS NATURALES 5 3 9<br />

comunidad ci<strong>en</strong>tífica lo recibieron de los miembros de las politizadas g<strong>en</strong>eraciones<br />

antifascistas.<br />

Al mismo tiempo, la guerra acabó de conv<strong>en</strong>cer a los gobiernos de que<br />

dedicar recursos inimaginables hasta <strong>en</strong>tonces a la investigación ci<strong>en</strong>tífica<br />

era factible y es<strong>en</strong>cial para el futuro. Ninguna economía, excepto la de los<br />

Estados Unidos, podía haber reunido dos mil millones de dólares (al valor de<br />

los tiempos de guerra) para construir la bomba atómica <strong>en</strong> pl<strong>en</strong>a conflagración.<br />

Pero también es verdad que ningún gobierno, antes de 1940, hubiera<br />

soñado <strong>en</strong> gastar ni siquiera una pequeña fracción de todo ese dinero <strong>en</strong> _un<br />

proyecto hipotético, basado <strong>en</strong> los cálculos incompr<strong>en</strong>sibles de unos académicos<br />

mel<strong>en</strong>udos. Después de la guerra sólo el cielo o, mejor dicho, la capacidad<br />

económica fue el límite <strong>del</strong> gasto y de los empleos ci<strong>en</strong>tíficos de los<br />

gobiernos. En los años set<strong>en</strong>ta el gobierno estadounid<strong>en</strong>se sufragaba los dos<br />

tercios de los costes de la investigación básica que se desarrollaba <strong>en</strong> su país,<br />

que <strong>en</strong> aquel tiempo sumaban casi cinco mil millones de dólares anuales,<br />

y daba trabajo a casi un millón de ci<strong>en</strong>tíficos e ing<strong>en</strong>ieros (Holton, 1978,<br />

pp. 227-228).<br />

Ill<br />

La temperatura política de la ci<strong>en</strong>cia bajó después de la segunda guerra<br />

mundial. Entre 1947 y 1949 el radicalismo experim<strong>en</strong>tó un rápido desc<strong>en</strong>so<br />

<strong>en</strong> los laboratorios, cuando opiniones que <strong>en</strong> otros lugares se consideraban<br />

extrañas e infundadas se convirtieron <strong>en</strong> obligatorias para los ci<strong>en</strong>tíficos de la<br />

Unión Soviética. Incluso los comunistas leales <strong>en</strong>contraban imposible de tragar<br />

el «lys<strong>en</strong>koísmo» (véanse pp. 526-527). Además, cada vez fue más evid<strong>en</strong>te<br />

que los regím<strong>en</strong>es que seguían el mo<strong>del</strong>o soviético carecían de atractivo<br />

material y moral, al m<strong>en</strong>os para la mayoría de los ci<strong>en</strong>tíficos.<br />

Por otra parte, y pese a la ing<strong>en</strong>te propaganda realizada, la guerra fría<br />

<strong>en</strong>tre Occid<strong>en</strong>te y el bloque soviético nunca g<strong>en</strong>eró <strong>en</strong>tre los ci<strong>en</strong>tíficos nada<br />

parecido a las pasiones políticas des<strong>en</strong>cad<strong>en</strong>adas por el fascismo. Puede que<br />

ello se debiera a la tradicional afinidad <strong>en</strong>tre los racionalismos liberal y marxista,<br />

o a que la Unión Soviética, a difer<strong>en</strong>cia de la Alemania nazi, nunca<br />

pareció estar <strong>en</strong> situación de conquistar Occid<strong>en</strong>te, ni aunque se lo hubiese<br />

propuesto, lo cual era muy dudoso. Para la mayor parte de los ci<strong>en</strong>tíficos<br />

occid<strong>en</strong>tales la Unión Soviética, sus satélites y la China comunista eran<br />

malos estados cuyos ci<strong>en</strong>tíficos eran dignos de compasión, más que imperios<br />

<strong>del</strong> mal contra los que hubiera que hacer una cruzada.<br />

En el mundo occid<strong>en</strong>tal desarrollado las ci<strong>en</strong>cias naturales permanecieron<br />

política e ideológicam<strong>en</strong>te inactivas durante una g<strong>en</strong>eración, disfrutando<br />

de sus logros intelectuales y de los vastos recursos de que ahora disponían<br />

para sus investigaciones. De hecho, el magnánimo patrocinio de los gobiernos<br />

y de ¡as grandes empresas al<strong>en</strong>tó a un tipo de investigadores que no discutían<br />

la política de qui<strong>en</strong>es les pagaban y preferían no p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> las posibles

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