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Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

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412 EL DERRUMBAMIENTO<br />

vando a sus ciudadanos con una carga impositiva considerablem<strong>en</strong>te mayor<br />

que la que habían soportado bajo el gobierno laborista.<br />

De hecho, no hubo nunca una política económica neoliberal única y específica,<br />

excepto después de 1989 <strong>en</strong> los antiguos estados socialistas <strong>del</strong> área<br />

soviética, donde —con el asesorami<strong>en</strong>to de jóv<strong>en</strong>es leones de la economía<br />

occid<strong>en</strong>tal— se hicieron int<strong>en</strong>tos cond<strong>en</strong>ados previsiblem<strong>en</strong>te al desastre de<br />

implantar una economía de mercado de un día a otro. El principal régim<strong>en</strong><br />

neoliberal, los Estados Unidos <strong>del</strong> presid<strong>en</strong>te Reagan, aunque oficialm<strong>en</strong>te<br />

comprometidos con el conservadurismo fiscal (esto es, con el equilibrio presupuestario)<br />

y con el «monetarismo» de Milton Friedman, utilizaron <strong>en</strong> realidad<br />

métodos keynesianos para int<strong>en</strong>tar salir de la depresión de 1979-1982,<br />

creando un déficit gigantesco y poni<strong>en</strong>do <strong>en</strong> marcha un no m<strong>en</strong>os gigantesco<br />

plan armam<strong>en</strong>tístico. Lejos de dejar el valor <strong>del</strong> dólar a merced <strong>del</strong> mercado<br />

y de la ortodoxia monetaria, Washington volvió después de 1984 a la interv<strong>en</strong>ción<br />

<strong>del</strong>iberada a través de la presión diplomática (Kuttner, 1991, pp. 88-<br />

94). Así ocurrió que los regím<strong>en</strong>es más profundam<strong>en</strong>te comprometidos con<br />

la economía <strong>del</strong> laissez-faire resultaron algunas veces ser, especialm<strong>en</strong>te los<br />

Estados Unidos de Reagan y el Reino Unido de Thatcher, profunda y visceralm<strong>en</strong>te<br />

nacionalistas y desconfiados ante el mundo exterior. Los historiadores<br />

no pued<strong>en</strong> hacer otra cosa que constatar que ambas actitudes son contradictorias.<br />

En cualquier caso, el triunfalismo neoliberal no sobrevivió a los<br />

reveses de la economía mundial de principios de los nov<strong>en</strong>ta, ni tal vez tampoco<br />

al inesperado descubrimi<strong>en</strong>to de que la economía más dinámica y de<br />

más rápido crecimi<strong>en</strong>to <strong>del</strong> planeta, tras la caída <strong>del</strong> comunismo soviético,<br />

era la de la China comunista, lo cual llevó a los profesores de las escuelas de<br />

administración de empresas occid<strong>en</strong>tales y a los autores de manuales de esta<br />

materia —un floreci<strong>en</strong>te género literario— a estudiar las <strong>en</strong>señanzas de Confucio<br />

<strong>en</strong> relación con los secretos <strong>del</strong> éxito empresarial.<br />

Lo que hizo que los problemas económicos de las décadas de crisis resultaran<br />

más preocupantes —y socialm<strong>en</strong>te subversivos— fue que las fluctuaciones<br />

coyunturales coincidies<strong>en</strong> con cataclismos estructurales. La economía<br />

mundial que afrontaba los problemas de los set<strong>en</strong>ta y los och<strong>en</strong>ta ya no era<br />

la economía de la edad de oro, aunque era, como hemos visto, el producto<br />

predecible de esa época. Su sistema productivo quedó transformado por la<br />

revolución tecnológica, y se globalizó o «transnacionalizó» extraordinariam<strong>en</strong>te,<br />

con unas consecu<strong>en</strong>cias espectaculares. Además, <strong>en</strong> los años set<strong>en</strong>ta<br />

era imposible intuir las revolucionarias consecu<strong>en</strong>cias sociales y culturales<br />

de la edad de oro —de las que hemos hablado <strong>en</strong> capítulos preced<strong>en</strong>tes—, así<br />

como sus pot<strong>en</strong>ciales consecu<strong>en</strong>cias ecológicas.<br />

Todo esto se puede explicar muy bi<strong>en</strong> con los ejemplos <strong>del</strong> trabajo y el<br />

paro. La t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia g<strong>en</strong>eral de la industrialización ha sido la de sustituir la<br />

destreza humana por la de las máquinas; el trabajo humano, por fuerzas<br />

mecánicas, dejando a la g<strong>en</strong>te sin trabajo. Se supuso, correctam<strong>en</strong>te, que el<br />

vasto crecimi<strong>en</strong>to económico que <strong>en</strong>g<strong>en</strong>draba esta constante revolución<br />

industrial crearía automáticam<strong>en</strong>te puestos de trabajo más que sufici<strong>en</strong>tes

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