14.01.2015 Views

Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

EL «SOCIALISMO REAL» 3 8 7<br />

virtió <strong>en</strong> una autocracia que int<strong>en</strong>taba imponer su dominio sobre todos los<br />

aspectos de la vida y el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to de los ciudadanos, subordinando toda su<br />

exist<strong>en</strong>cia, <strong>en</strong> la medida de lo posible, al logro de los objetivos <strong>del</strong> sistema,<br />

definidos y especificados por la autoridad suprema. No era esto, por supuesto,<br />

lo que habían planeado Marx y Engels, ni había surgido <strong>en</strong> la Segunda<br />

Internacional (marxista) ni <strong>en</strong> la mayoría de sus partidos. Así, Karl Liebknecht,<br />

que, junto con Rosa Luxemburg, se convirtió <strong>en</strong> el jefe de los comunistas<br />

alemanes y fue asesinado junto a ella <strong>en</strong> 1919 por oficiales reaccionarios,<br />

ni siquiera se proclamaba marxista, pese a ser hijo de uno de los<br />

fundadores <strong>del</strong> Partido Socialdemócrata alemán. Los austromarxistas, pese a<br />

ser seguidores de Marx, como su mismo nombre indica, no tuvieron reparo<br />

<strong>en</strong> seguir sus propias ideas, y hasta cuando se tachaba a algui<strong>en</strong> de hereje,<br />

como a Eduard Bernstein, acusado de «revisionismo», se daba por s<strong>en</strong>tado<br />

que se trataba de un socialdemócrata legítimo. De hecho, Bernstein continuó<br />

si<strong>en</strong>do uno de los editores oficiales de las obras de Marx y Engels. La idea<br />

de que un estado socialista t<strong>en</strong>ía que obligar a todos los ciudadanos a p<strong>en</strong>sar<br />

igual, y m<strong>en</strong>os aún la de otorgar al colectivo de sus dirig<strong>en</strong>tes (que algui<strong>en</strong><br />

int<strong>en</strong>tase ejercer esas funciones <strong>en</strong> solitario era imp<strong>en</strong>sable) algo semejante a<br />

la infalibilidad papal, no habría pasado por la cabeza de ningún socialista<br />

destacado antes de 1917.<br />

Podía decirse, a lo sumo, que el socialismo marxista era para sus adher<strong>en</strong>tes<br />

un compromiso personal apasionado, un sistema de fe y de esperanza<br />

que poseía algunos de los rasgos de una religión secular (aunque no más que<br />

la de otros colectivos de activistas no socialistas), y que las sutilezas teóricas<br />

acabaron si<strong>en</strong>do, al convertirse <strong>en</strong> un movimi<strong>en</strong>to de masas, un catecismo,<br />

<strong>en</strong> el mejor de los casos, y, <strong>en</strong> el peor, un símbolo de id<strong>en</strong>tidad y lealtad,<br />

como una bandera que había que saludar. Estos movimi<strong>en</strong>tos de masas,<br />

como hacía mucho que habían observado algunos socialistas c<strong>en</strong>troeuropeos<br />

intelig<strong>en</strong>tes, t<strong>en</strong>ían una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a admirar, e incluso a adorar, a sus dirig<strong>en</strong>tes,<br />

si bi<strong>en</strong> la conocida t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a la polémica y a la rivalidad <strong>en</strong> el<br />

s<strong>en</strong>o de los partidos de izquierda acostumbraba a t<strong>en</strong>er controlada esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia.<br />

La construcción <strong>del</strong> mausoleo de L<strong>en</strong>in <strong>en</strong> la Plaza Roja, donde el<br />

cuerpo embalsamado <strong>del</strong> gran líder estaría perman<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te expuesto ante<br />

los fieles, no derivaba ni siquiera de la tradición revolucionaria rusa, sino<br />

que era una t<strong>en</strong>tativa de utilizar la atracción que ejercían los santos cristianos<br />

y sus reliquias sobre un campesinado primitivo <strong>en</strong> provecho <strong>del</strong> régim<strong>en</strong><br />

soviético. También podría decirse que, <strong>en</strong> el Partido Bolchevique tal como<br />

fue concebido por L<strong>en</strong>in, la ortodoxia y la intolerancia habían sido implantadas,<br />

no como valores <strong>en</strong> sí mismas, sino por razones prácticas. Como un<br />

bu<strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral —y L<strong>en</strong>in fue ante todo un estratega— no quería discusiones<br />

<strong>en</strong> las filas que pudies<strong>en</strong> <strong>en</strong>torpecer su eficacia práctica. Además, al igual<br />

que otros g<strong>en</strong>ios pragmáticos, L<strong>en</strong>in estaba conv<strong>en</strong>cido de estar <strong>en</strong> posesión<br />

de la verdad, y t<strong>en</strong>ía poco tiempo para ocuparse de las opiniones aj<strong>en</strong>as. En<br />

teoría era un marxista ortodoxo, casi fundam<strong>en</strong>talista, porque t<strong>en</strong>ía claro<br />

que jugar con el texto de una teoría cuya es<strong>en</strong>cia era la revolución podía dar

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!