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Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

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EL TERCER MUNDO Y LA REVOLUCIÓN 4 4 3<br />

eos y de las cámaras de los medios de comunicación. Y, si<strong>en</strong>do miembros de<br />

las clases instruidas, con frecu<strong>en</strong>cia hijos de la clase media establecida, que<br />

era —<strong>en</strong> casi todas partes, y especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el tercer mundo— la base de<br />

reclutami<strong>en</strong>to de la elite dirig<strong>en</strong>te de sus sociedades, no resultaban tan fáciles<br />

de abatir como los de las clases bajas. En Europa, ori<strong>en</strong>tal y occid<strong>en</strong>tal, no se<br />

produjeron muchas bajas, ni siquiera <strong>en</strong> los grandes disturbios y combates<br />

callejeros de París <strong>en</strong> mayo de 1968. Las autoridades se cuidaron mucho de<br />

que no hubiese mártires. Donde se produjo una gran matanza, como <strong>en</strong> la ciudad<br />

de México <strong>en</strong> 1968 —las cifras oficiales daban 28 muertos y 200 heridos<br />

cuando el ejército dispersó una reunión pública (González Casanova, 1975,<br />

vol. II, p. 564)—, el curso de la política cambió para siempre.<br />

Así, las revueltas estudiantiles resultaron eficaces fuera de proporción, <strong>en</strong><br />

especial donde, como <strong>en</strong> Francia <strong>en</strong> 1968 y <strong>en</strong> el «otoño cali<strong>en</strong>te» de Italia<br />

<strong>en</strong> 1969, des<strong>en</strong>cad<strong>en</strong>aron <strong>en</strong>ormes oleadas de huelgas de los trabajadores que<br />

paralizaron temporalm<strong>en</strong>te la economía de países <strong>en</strong>teros. Y, sin embargo, no<br />

eran auténticas revoluciones, ni era probable que acabaran siéndolo. Para los<br />

trabajadores, allí donde tomaron parte <strong>en</strong> ellas, fueron sólo una oportunidad<br />

para descubrir el poder de negociación industrial que habían acumulado, sin<br />

darse cu<strong>en</strong>ta de ello, <strong>en</strong> los veinte años anteriores. No eran revolucionarios.<br />

Los estudiantes <strong>del</strong> primer mundo rara vez se interesaban <strong>en</strong> cosas tales<br />

como derrocar gobiernos y tomar el poder, aunque, de hecho, los franceses<br />

estuvieron a punto de derrocar al g<strong>en</strong>eral De Gaulle <strong>en</strong> mayo de 1968 y acortaron<br />

su mandato (se retiró al año sigui<strong>en</strong>te), y aunque la protesta antibélica<br />

de los estudiantes estadounid<strong>en</strong>ses hizo retirarse al presid<strong>en</strong>te L. B. Johnson<br />

<strong>en</strong> el mismo año. (Los estudiantes <strong>del</strong> tercer mundo estaban más cerca de la<br />

realidad <strong>del</strong> poder. Los <strong>del</strong> segundo mundo sabían que estaban muy lejos de<br />

él.) La rebelión de los estudiantes occid<strong>en</strong>tales fue más una revolución cultural,<br />

un rechazo de todo aquello que <strong>en</strong> la sociedad repres<strong>en</strong>taban los valores<br />

de la «clase media» de sus padres, tal como se ha discutido <strong>en</strong> los capítulos<br />

X y XI.<br />

No obstante, contribuyó a politizar a muchos de los rebeldes de la g<strong>en</strong>eración<br />

estudiantil, qui<strong>en</strong>es, de manera harto natural, se volvieron hacia<br />

los inspiradores de la revolución y de la transformación social total: Marx, los<br />

iconos no estalinistas de la revolución de octubre, y Mao. Por primera vez<br />

desde la era antifascista el marxismo, no reducido ahora a la ortodoxia de<br />

Moscú, atrajo a gran número de jóv<strong>en</strong>es intelectuales de Occid<strong>en</strong>te. (Nunca<br />

había dejado, por supuesto, de atraer a los <strong>del</strong> tercer mundo.) Era un marxismo<br />

peculiar, con una ori<strong>en</strong>tación universitaria, combinado con otras<br />

modas académicas <strong>del</strong> mom<strong>en</strong>to y, a veces, con otras ideologías, nacionalistas<br />

o religiosas, puesto que nacía de las aulas y no de la experi<strong>en</strong>cia vital de<br />

los trabajadores. De hecho, t<strong>en</strong>ía poco que ver con el comportami<strong>en</strong>to político<br />

práctico de estos nuevos discípulos de Marx, que normalm<strong>en</strong>te propugnaban<br />

la clase de militancia radical que no necesita de análisis alguno.<br />

Cuando las expectativas utópicas de la rebelión original se evaporaron,<br />

muchos volvieron a, o mejor se volvieron hacia, los antiguos partidos de la

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