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Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

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58 LA ERA DE LAS CATÁSTROFES<br />

La viol<strong>en</strong>cia ti<strong>en</strong>e sus reglas. Esto era evid<strong>en</strong>te todavía <strong>en</strong>tre los pilotos que<br />

lucharon <strong>en</strong> las fuerzas aéreas <strong>en</strong> las dos guerras, y de ello da fe la película<br />

pacifista de Jean R<strong>en</strong>oir sobre la primera guerra mundial, La gran ilusión.<br />

Los profesionales de la política y de la diplomacia, cuando no les apremian<br />

ni los votos ni la pr<strong>en</strong>sa, pued<strong>en</strong> declarar la guerra o negociar la paz sin<br />

experim<strong>en</strong>tar s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos de odio hacia el bando <strong>en</strong>emigo, como los boxeadores<br />

que se estrechan la mano antes de com<strong>en</strong>zar la pelea y van juntos a<br />

beber una vez que ha terminado. Pero las guerras totales de nuestro siglo no<br />

se at<strong>en</strong>ían <strong>en</strong> absoluto al mo<strong>del</strong>o bismarckiano o dieciochesco. Una guerra <strong>en</strong><br />

la que se movilizan los s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos nacionales de la masa no puede ser limitada,<br />

como lo son las guerras aristocráticas. Además —es necesario decirlo—,<br />

<strong>en</strong> la segunda guerra mundial la naturaleza <strong>del</strong> régim<strong>en</strong> de Hitler y el<br />

comportami<strong>en</strong>to de los alemanes, incluido el <strong>del</strong> sector no nazi <strong>del</strong> ejército,<br />

<strong>en</strong> Europa ori<strong>en</strong>tal fue de tal naturaleza que justificó su satanización.<br />

Otra de las razones era la nueva impersonalidad de la guerra, que convertía<br />

la muerte y la mutilación <strong>en</strong> la consecu<strong>en</strong>cia remota de apretar un<br />

botón o levantar una palanca. La tecnología hacía invisibles a sus víctimas,<br />

lo cual era imposible cuando las bayonetas rev<strong>en</strong>taban las visceras de los soldados<br />

o cuando éstos debían ser <strong>en</strong>carados <strong>en</strong> el punto de mira de las armas<br />

de fuego. Fr<strong>en</strong>te a las ametralladoras instaladas de forma perman<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el<br />

fr<strong>en</strong>te occid<strong>en</strong>tal no había hombres sino estadísticas, y ni siquiera estadísticas<br />

reales sino hipotéticas, como lo pondrían de relieve los sistemas de<br />

recu<strong>en</strong>to de las bajas <strong>en</strong>emigas durante la guerra de Vietnam. Lo que había<br />

<strong>en</strong> tierra bajo los aviones bombarderos no eran personas a punto de ser quemadas<br />

y destrozadas, sino simples blancos. Jóv<strong>en</strong>es pacíficos que sin duda<br />

nunca se habrían creído capaces de hundir una bayoneta <strong>en</strong> el vi<strong>en</strong>tre de una<br />

muchacha embarazada t<strong>en</strong>ían m<strong>en</strong>os problemas para lanzar bombas de gran<br />

poder explosivo sobre Londres o Berlín, o bombas nucleares <strong>en</strong> Nagasaki.<br />

Y los dilig<strong>en</strong>tes burócratas alemanes que habrían considerado repugnante<br />

conducir personalm<strong>en</strong>te a los mataderos a los famélicos judíos se s<strong>en</strong>tían<br />

m<strong>en</strong>os involucrados personalm<strong>en</strong>te cuando lo que hacían era organizar los<br />

horarios de los tr<strong>en</strong>es de la muerte que partían hacia los campos de exterminio<br />

polacos. Las mayores crueldades de nuestro siglo han sido las crueldades<br />

impersonales de la decisión remota, <strong>del</strong> sistema y la rutina, especialm<strong>en</strong>te<br />

cuando podían justificarse como deplorables necesidades operativas.<br />

Así pues, el mundo se acostumbró al destierro obligatorio y a las matanzas<br />

perpetradas a escala astronómica, f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os tan frecu<strong>en</strong>tes que fue necesario<br />

inv<strong>en</strong>tar nuevos términos para designarlos: «apatrida» o «g<strong>en</strong>ocidio». Durante<br />

la primera guerra mundial Turquía dio muerte a un número de arm<strong>en</strong>ios no<br />

contabilizado —la cifra más g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te aceptada es la de 1,5 millones— <strong>en</strong><br />

lo que puede considerarse como el primer int<strong>en</strong>to moderno de eliminar a todo<br />

un pueblo. Más tarde t<strong>en</strong>dría lugar la matanza —episodio mejor conocido—<br />

de unos 5 millones de judíos a manos de los nazis, auiique el número es todavía<br />

objeto de controversia (Hilberg, 1985). La primera guerra mundial y la<br />

revolución rusa supusieron el desplazami<strong>en</strong>to forzoso de millones de personas

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