14.01.2015 Views

Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

532 EL DERRUMBAMIENTO<br />

de s<strong>en</strong>tido <strong>en</strong> términos cotidianos, fue alegrem<strong>en</strong>te manejado por los físicos<br />

(Weinberg, 1977, pp. 23-24). La palabra misma implicaba un rechazo <strong>del</strong>iberado<br />

a permitir que el progreso <strong>del</strong> cálculo teórico se desviase a causa de<br />

cualquier noción preconcebida de la realidad: fuera lo que fuese <strong>en</strong> último<br />

término la realidad, respondería a lo que mostraban las ecuaciones. Y sin<br />

embargo, esto no era fácil de aceptar, ni siquiera para aquellos ci<strong>en</strong>tíficos que<br />

habían olvidado ya la opinión de Rutherford de que no podía considerarse<br />

bu<strong>en</strong>a una física que no pudiese explicarse a una camarera.<br />

Hubo pioneros de la nueva ci<strong>en</strong>cia a qui<strong>en</strong>es les resultó imposible aceptar<br />

el fin de las viejas certidumbres, incluy<strong>en</strong>do a sus fundadores, Max<br />

Planck y el propio Albert Einstein, qui<strong>en</strong> expresó sus recelos <strong>en</strong> el reemplazo<br />

de la causalidad determinista por leyes puram<strong>en</strong>te probabilísticas con la<br />

famosa frase: «Dios no juega a los dados». Einstein no t<strong>en</strong>ía argum<strong>en</strong>tos<br />

válidos, pero com<strong>en</strong>tó: «una voz interior me dice que la mecánica cuántica<br />

no es la verdad» (citado <strong>en</strong> Jammer, 1966, p. 358).<br />

Más de uno de los propios revolucionarios cuánticos había soñado <strong>en</strong> eliminar<br />

las contradicciones, subsumi<strong>en</strong>do unas bajo otras. Por ejemplo, Schrodinger<br />

creyó que su «mecánica ondulatoria» había diluido los presuntos «saltos»<br />

de los electrones de una órbita atómica a otra <strong>en</strong> el proceso continuo<br />

<strong>del</strong> cambio <strong>en</strong>ergético, con lo que se preservaban el espacio, el tiempo y la<br />

causalidad clásicas. Algunos pioneros de la revolución reacios a aceptar sus<br />

consecu<strong>en</strong>cias extremas, como Planck y Einstein, respiraron con alivio, pero<br />

fue <strong>en</strong> vano. El juego era nuevo y las viejas reglas ya no servían.<br />

¿Podían apr<strong>en</strong>der los físicos a vivir <strong>en</strong> una contradicción perman<strong>en</strong>te<br />

Niéls Bohr p<strong>en</strong>saba que podían y debían hacerlo. No había manera de expresar<br />

la naturaleza <strong>en</strong> su conjunto con una única descripción, dada la condición<br />

<strong>del</strong> l<strong>en</strong>guaje humano. No podía haber un solo mo<strong>del</strong>o que lo abarcase todo<br />

directam<strong>en</strong>te. La única forma de apreh<strong>en</strong>der la realidad era describirla de<br />

modos difer<strong>en</strong>tes y juntar todas las descripciones para que se complem<strong>en</strong>tas<strong>en</strong><br />

unas con otras, <strong>en</strong> una «superposición exhaustiva de descripciones distintas<br />

que incorporan nociones apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te contradictorias» (Holton, 1970,<br />

p. 1.018). Este era el «principio de complem<strong>en</strong>tariedad» de Bohr, un concepto<br />

metafísico relacionado con la relatividad, que dedujo de autores muy alejados<br />

<strong>del</strong> mundo de la física, y al que se asignó una aplicación universal. La «complem<strong>en</strong>tariedad»<br />

de Bohr no se proponía contribuir al avance de las investigaciones<br />

de los ci<strong>en</strong>tíficos atómicos, sino más bi<strong>en</strong> tranquilizarles justificando su<br />

confusión. Su atractivo no pert<strong>en</strong>ece al ámbito de la razón.<br />

Porque aunque todos nosotros, y mucho más los ci<strong>en</strong>tíficos intelig<strong>en</strong>tes,<br />

sabemos que hay formas distintas de percibir la realidad, no siempre comparables<br />

e incluso contradictorias, y que se necesitan todas para apreh<strong>en</strong>derla<br />

<strong>en</strong> su globalidad, no t<strong>en</strong>emos idea de cómo conectarlas. El efecto de una<br />

sonata de Beethov<strong>en</strong> se puede analizar física, fisiológica y psicológicam<strong>en</strong>te,<br />

y también se puede asimilar escuchándola, pero ¿cómo se conectan estas formas<br />

de compr<strong>en</strong>sión Nadie lo sabe.<br />

Sin embargo, la incomodidad persistió. Por un lado estaba la síntesis de

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!