14.01.2015 Views

Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

LA REVOLUCIÓN CULTURAL 343<br />

los más pobres percibía el 10 por 100 o m<strong>en</strong>os (UN World Social Situation,<br />

1984, p. 84). Era, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, una exist<strong>en</strong>cia de desigualdad tanto social<br />

como económica. Pero, para la mayoría, carecía de la inseguridad propia de<br />

la vida urbana <strong>en</strong> las sociedades «desarrolladas», cuyos antiguos mo<strong>del</strong>os<br />

de comportami<strong>en</strong>to habían sido desmantelados y sustituidos por un vacío de<br />

incertidumbre. La triste paradoja <strong>del</strong> pres<strong>en</strong>te fin de siglo es que, de acuerdo<br />

con todos los criterios conm<strong>en</strong>surables de bi<strong>en</strong>estar y estabilidad social,<br />

vivir <strong>en</strong> Irlanda <strong>del</strong> Norte, un lugar socialm<strong>en</strong>te retrógrado pero estructurado<br />

tradicionalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> el paro y después de veinte años ininterrumpidos de<br />

algo parecido a una guerra civil, es mejor y más seguro que vivir <strong>en</strong> la mayoría<br />

de las grandes ciudades <strong>del</strong> Reino Unido.<br />

El drama <strong>del</strong> hundimi<strong>en</strong>to de tradiciones y valores no radicaba tanto <strong>en</strong><br />

los inconv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes materiales de prescindir de los servicios sociales y personales<br />

que antes proporcionaban la familia y la comunidad, porque éstos se<br />

podían sustituir <strong>en</strong> los prósperos estados <strong>del</strong> bi<strong>en</strong>estar, aunque no <strong>en</strong> las<br />

zonas pobres <strong>del</strong> mundo, donde la gran mayoría de la humanidad seguía contando<br />

con bi<strong>en</strong> poco, salvo la familia, el patronazgo y la asist<strong>en</strong>cia mutua<br />

(para el sector socialista <strong>del</strong> mundo, véanse los capítulos XIII y XVI); radicaba<br />

<strong>en</strong> la desintegración tanto <strong>del</strong> antiguo código de valores como de las<br />

costumbres y usos que regían el comportami<strong>en</strong>to humano, una pérdida s<strong>en</strong>sible,<br />

reflejada <strong>en</strong> el auge de lo que se ha dado <strong>en</strong> llamar (una vez más, <strong>en</strong> los<br />

Estados Unidos, donde el f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o resultó apreciable a partir de finales de<br />

los años ses<strong>en</strong>ta) «políticas de id<strong>en</strong>tidad», por lo g<strong>en</strong>eral de tipo étnico/nacional<br />

o religioso, y de movimi<strong>en</strong>tos nostálgicos extremistas que desean recuperar<br />

un pasado hipotético sin problemas de ord<strong>en</strong> ni de seguridad. Estos movimi<strong>en</strong>tos<br />

eran llamadas de auxilio más que portadores de programas; llamami<strong>en</strong>tos<br />

<strong>en</strong> pro de una «comunidad» a la que pert<strong>en</strong>ecer <strong>en</strong> un mundo anómico;<br />

de una familia a la que pert<strong>en</strong>ecer <strong>en</strong> un mundo de aislami<strong>en</strong>to social; de<br />

un refugio <strong>en</strong> la selva. Todos los observadores realistas y la mayoría de los<br />

gobiernos sabían que la <strong>del</strong>incu<strong>en</strong>cia no disminuía con la ejecución de los criminales<br />

o con el poder disuasorio de largas p<strong>en</strong>as de reclusión, pero todos los<br />

políticos eran consci<strong>en</strong>tes de la <strong>en</strong>orme fuerza que t<strong>en</strong>ía, con su carga emotiva,<br />

racional o no, la demanda por parte de los ciudadanos de que se castigase<br />

a los antisociales.<br />

Estos eran los riesgos políticos <strong>del</strong> desgarrami<strong>en</strong>to y la ruptura de los<br />

antiguos sistemas de valores y de los tejidos sociales. Sin embargo, a medida<br />

que fueron avanzando los años och<strong>en</strong>ta, por lo g<strong>en</strong>eral bajo la bandera de<br />

la soberanía <strong>del</strong> mercado puro, se hizo cada vez más pat<strong>en</strong>te que también<br />

esta ruptura ponía <strong>en</strong> peligro la triunfante economía capitalista.<br />

Y es que el sistema capitalista, pese a cim<strong>en</strong>tarse <strong>en</strong> las operaciones<br />

<strong>del</strong> mercado, se basaba también <strong>en</strong> una serie de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias que no estaban<br />

intrínsecam<strong>en</strong>te relacionadas con el afán de b<strong>en</strong>eficio personal que, según<br />

Adam Smith, alim<strong>en</strong>taba su motor. Se basaba <strong>en</strong> «el hábito <strong>del</strong> trabajo»,<br />

que Adam Smith dio por s<strong>en</strong>tado que era uno de los móviles es<strong>en</strong>ciales de<br />

la conducta humana; <strong>en</strong> la disposición <strong>del</strong> ser humano a posponer durante

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!