14.01.2015 Views

Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

EL TERCER MUNDO Y LA REVOLUCIÓN 441<br />

izquierda de socialistas, comunistas y otros progresistas, es decir, lo que la<br />

tradición europea (y, <strong>en</strong> este caso, chil<strong>en</strong>a) conocía como un «fr<strong>en</strong>te popular»<br />

(véase el capítulo V). Un fr<strong>en</strong>te de este tipo ya había ganado las elecciones <strong>en</strong><br />

Chile <strong>en</strong> los años treinta, cuando Washington estaba m<strong>en</strong>os nervioso y Chile<br />

era un paradigma de constitucionalismo civil. Su líder, el socialista Salvador<br />

All<strong>en</strong>de, fue elegido presid<strong>en</strong>te <strong>en</strong> 1970, su gobierno fue desestabilizado y,<br />

<strong>en</strong> 1973, derrocado por un golpe militar muy apoyado, puede que incluso<br />

organizado, por los Estados Unidos, que trajo a Chile los rasgos característicos<br />

de los regím<strong>en</strong>es militares de los años set<strong>en</strong>ta: ejecuciones y matanzas,<br />

grupos represivos oficiales o paraoficiales, tortura sistemática de prisioneros<br />

y exilio <strong>en</strong> masa de los opositores políticos. Su caudillo militar, el g<strong>en</strong>eral<br />

Pinochet, se mantuvo como máximo dirig<strong>en</strong>te durante diecisiete años, que<br />

empleó <strong>en</strong> imponer una política de ultraliberalismo económico <strong>en</strong> Chile,<br />

demostrando así, <strong>en</strong>tre otras cosas, que el liberalismo político y la democracia<br />

no son compañeros naturales <strong>del</strong> liberalismo económico.<br />

Es posible que el golpe militar <strong>en</strong> la Bolivia revolucionaria de 1964 guardase<br />

alguna conexión con los temores estadounid<strong>en</strong>ses a la influ<strong>en</strong>cia cubana<br />

<strong>en</strong> ese país, donde murió el propio Che Guevara <strong>en</strong> un fallido int<strong>en</strong>to de<br />

insurrección guerrillera, pero Bolivia no es un lugar que pueda controlar<br />

mucho tiempo ningún militar local, por brutal que sea. La era militar terminó<br />

después de quince años que vieron una rápida sucesión de g<strong>en</strong>erales, cada<br />

vez más interesados <strong>en</strong> los b<strong>en</strong>eficios <strong>del</strong> narcotráfico. Aunque <strong>en</strong> Uruguay<br />

los militares utilizaron la exist<strong>en</strong>cia de un movimi<strong>en</strong>to intelig<strong>en</strong>te y eficaz de<br />

«guerrilla urbana» como pretexto para las matanzas y torturas usuales, fue<br />

probablem<strong>en</strong>te el surgimi<strong>en</strong>to de un fr<strong>en</strong>te popular de «izquierda amplia», <strong>en</strong><br />

compet<strong>en</strong>cia con el sistema bipartidista tradicional, lo que explica que tomas<strong>en</strong><br />

el poder <strong>en</strong> 1972 <strong>en</strong> el único país suramericano que podía describirse<br />

como una democracia auténtica y duradera. Los uruguayos conservaron lo<br />

sufici<strong>en</strong>te de su tradición como para acabar votando <strong>en</strong> contra de la Constitución<br />

maniatada que les ofrecían los militares y <strong>en</strong> 1985 recuperaron un<br />

gobierno civil.<br />

Aunque había logrado, y podía seguir logrando, éxitos espectaculares <strong>en</strong><br />

América Latina, Asia y África, la vía guerrillera a la revolución no t<strong>en</strong>ía s<strong>en</strong>tido<br />

<strong>en</strong> los países desarrollados. Sin embargo, no es extraño que a través de<br />

sus guerrillas, rurales y urbanas, el tercer mundo sirviese de inspiración a un<br />

número creci<strong>en</strong>te de jóv<strong>en</strong>es rebeldes y revolucionarios o, simplem<strong>en</strong>te, a los<br />

disid<strong>en</strong>tes culturales <strong>del</strong> primer mundo. Periodistas de rock compararon Jas<br />

masas juv<strong>en</strong>iles <strong>en</strong> el festival de música de Woodstock (1969) a «un ejército<br />

de guerrilleros pacíficos» (Chappie y Garofalo, 1977, p. 144). En París y <strong>en</strong><br />

Tokio los manifestantes estudiantiles portaban como iconos imág<strong>en</strong>es <strong>del</strong><br />

Che Guevara, y su rostro barbudo, tocado con boina e incuestionablem<strong>en</strong>te<br />

masculino, no dejaba indifer<strong>en</strong>tes ni siquiera a los corazones apolíticos de la<br />

contracultura. No hay otro nombre (excepto el <strong>del</strong> filósofo Marcuse) que se<br />

m<strong>en</strong>cione tanto como el suyo <strong>en</strong> un docum<strong>en</strong>tado estudio sobre la «nueva<br />

izquierda» de 1968 (Katsaficas, 1987), aun cuando, <strong>en</strong> la práctica, era el <strong>del</strong>

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!