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Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

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EL FINAL DEL SOCIALISMO 4 6 5<br />

«la abnegación total <strong>del</strong> individuo y su total inmersión <strong>en</strong> la colectividad<br />

(son) la finalidad última ... una especie de misticismo colectivista») es lo<br />

opuesto <strong>del</strong> marxismo clásico que, al m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> teoría y como un último objetivo,<br />

contemplaba la liberación completa y la realización <strong>del</strong> individuo<br />

(Schwartz, 1966). El énfasis <strong>en</strong> el poder de la transformación espiritual para<br />

llevarlo a cabo remo<strong>del</strong>ando al hombre, aunque se basa <strong>en</strong> la cre<strong>en</strong>cia de<br />

L<strong>en</strong>in, y luego de Stalin, <strong>en</strong> la conci<strong>en</strong>cia y el voluntarismo, iba mucho más<br />

allá. Con toda su fe <strong>en</strong> el papel de la acción y de la decisión política, L<strong>en</strong>in<br />

nunca olvidó —¿cómo podría haberlo hecho— que las circunstancias prácticas<br />

imponían graves limitaciones a la eficacia de la acción; incluso Stalin<br />

reconoció que su poder t<strong>en</strong>ía límites. Sin embargo, sin la fe <strong>en</strong> que las «fuerzas<br />

subjetivas» eran todopoderosas, <strong>en</strong> que los hombres podían mover montañas<br />

y asaltar el cielo si se lo proponían, las locuras <strong>del</strong> gran salto a<strong>del</strong>ante<br />

son inconcebibles. Los expertos decían lo que se podía y no se podía hacer,<br />

pero el fervor revolucionario podía superar por sí mismo todos los obstáculos<br />

materiales y la m<strong>en</strong>te transformar la materia. Por tanto, ser «rojo» no es<br />

que fuese más importante que ser experto, sino que era su alternativa. En<br />

1958 una oleada unánime de <strong>en</strong>tusiasmo industrializaría China inmediatam<strong>en</strong>te,<br />

saltando todas las etapas hasta un futuro <strong>en</strong> que el comunismo se realizaría<br />

inmediatam<strong>en</strong>te. Las incontables fundiciones caseras de baja calidad<br />

con las que China iba a duplicar su producción de acero <strong>en</strong> un año —llegó a<br />

triplicarla <strong>en</strong> 1960, antes de que <strong>en</strong> 1962 cayese a m<strong>en</strong>os de lo que había sido<br />

antes <strong>del</strong> gran salto— repres<strong>en</strong>taban una de las caras de la transformación.<br />

Las 24.000 «comunas <strong>del</strong> pueblo» de campesinos establecidas <strong>en</strong> 1958 <strong>en</strong><br />

ap<strong>en</strong>as dos meses repres<strong>en</strong>taban la otra cara. Eran totalm<strong>en</strong>te comunistas, no<br />

sólo porque todos los aspectos de la vida campesina estaban colectivizados,<br />

incluy<strong>en</strong>do la vida familiar (guarderías comunales y comedores que liberaban<br />

a las mujeres de las tareas domésticas y <strong>del</strong> cuidado de los niños, con lo<br />

que podían ir, estrictam<strong>en</strong>te reglam<strong>en</strong>tadas, a los campos), sino porque la<br />

libre provisión de seis servicios básicos iba a reemplazar los salarios y los<br />

ingresos monetarios. Estos seis servicios eran: comida, cuidados médicos,<br />

educación, funerales, cortes de pelo y películas. Naturalm<strong>en</strong>te, esto no funcionó.<br />

En pocos meses, y ante la resist<strong>en</strong>cia pasiva, los aspectos más extremos<br />

<strong>del</strong> sistema se abandonaron, aunque no sin que antes (como <strong>en</strong> la colectivización<br />

estalinista) se combinas<strong>en</strong> con la naturaleza para producir el hambre<br />

de 1960-1961.<br />

En cierto s<strong>en</strong>tido, esta fe <strong>en</strong> la capacidad de la transformación voluntarista<br />

se apoyaba <strong>en</strong> una fe específicam<strong>en</strong>te maoísta <strong>en</strong> «el pueblo», presto a<br />

transformarse y por tanto a tomar parte creativam<strong>en</strong>te, y con toda la tradicional<br />

intelig<strong>en</strong>cia e ing<strong>en</strong>io chinos, <strong>en</strong> la gran marcha hacia a<strong>del</strong>ante. Era la<br />

visión es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te romántica de un artista, si bi<strong>en</strong>, <strong>en</strong> opinión de aquellos<br />

que pued<strong>en</strong> juzgar la poesía y la caligrafía que a Mao le gustaba cultivar, no<br />

demasiado bu<strong>en</strong>o. («Sus obras no son tan malas como las pinturas de Hitler,<br />

pero no son tan bu<strong>en</strong>as como las de Churchill», <strong>en</strong> opinión <strong>del</strong> ori<strong>en</strong>talista<br />

británico Arthur Waley, usando la pintura como una analogía de la poesía.)

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