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Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

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LA REVOLUCIÓN SOCIAL, 1945-1990 307<br />

En algunos países mal aconsejados, la crisis des<strong>en</strong>cad<strong>en</strong>ó una verdadera<br />

hecatombe industrial. Gran Bretaña perdió el 25 por 100 de su industria<br />

manufacturera <strong>en</strong> 1980-1984. Entre 1973 y finales de los och<strong>en</strong>ta, la cifra<br />

total de empleados <strong>en</strong> la industria de los seis países industrializados veteranos<br />

de Europa cayó <strong>en</strong> siete millones, aproximadam<strong>en</strong>te la cuarta parte, cerca de<br />

la mitad de la cual se perdió <strong>en</strong>tre 1979 y 1983. A fines de los años och<strong>en</strong>ta,<br />

con el desgaste sufrido por la clase obrera de los antiguos países industrializados<br />

y el auge de los nuevos, la población laboral empleada <strong>en</strong> la industria<br />

manufacturera se estabilizó <strong>en</strong> torno a la cuarta parte de la población activa<br />

civil <strong>del</strong> conjunto de las áreas desarrolladas, m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> los Estados Unidos, <strong>en</strong><br />

donde a esas alturas se <strong>en</strong>contraba muy por debajo <strong>del</strong> 20 por 100 (Bairoch,<br />

1988). Quedaba muy lejos el viejo sueño marxista de unas poblaciones cada<br />

vez más proletarizadas por el desarrollo de la industria, hasta que la mayoría<br />

de la población fues<strong>en</strong> obreros (manuales). Salvo <strong>en</strong> casos excepcionales,<br />

<strong>en</strong>tre los cuales el más notable era el de Gran Bretaña, la clase obrera industrial<br />

siempre había sido una minoría de la población activa. No obstante, la<br />

crisis apar<strong>en</strong>te de la clase obrera y de sus movimi<strong>en</strong>tos, sobre todo <strong>en</strong> el viejo<br />

mundo industrial, fue evid<strong>en</strong>te mucho antes de que se produjes<strong>en</strong> indicios<br />

serios —a nivel mundial— de decad<strong>en</strong>cia.<br />

No fue una crisis de clase, sino de conci<strong>en</strong>cia. A finales <strong>del</strong> siglo xix<br />

(véase el capítulo 5 de La era <strong>del</strong> imperio), las variopintas y nada homogéneas<br />

poblaciones que se ganaban la vida v<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do su trabajo manual a cambio<br />

de un salario <strong>en</strong> los países desarrollados apr<strong>en</strong>dieron a verse como una<br />

clase obrera única, y a considerar este hecho como el más importante, con<br />

mucho, de su situación como seres humanos d<strong>en</strong>tro de la sociedad. O por lo<br />

m<strong>en</strong>os llegó a esta conclusión un número sufici<strong>en</strong>te como para convertir a<br />

los partidos y movimi<strong>en</strong>tos que apelaban a ellos es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> su calidad<br />

de obreros (como indicaban sus nombres: Labour Party, Parti Ouvrier, etc.)<br />

<strong>en</strong> grandes fuerzas políticas al cabo de unos pocos años. Por supuesto, los<br />

unía no sólo el hecho de ser asalariados y de <strong>en</strong>suciarse las manos trabajando,<br />

sino también el hecho de pert<strong>en</strong>ecer, <strong>en</strong> una inm<strong>en</strong>sa mayoría, a las clases<br />

pobres y económicam<strong>en</strong>te inseguras, pues, aunque los pilares fundam<strong>en</strong>tales<br />

de los movimi<strong>en</strong>tos obreros no fueran la miseria ni la indig<strong>en</strong>cia, lo que<br />

esperaban y conseguían de la vida era poco, y estaba muy por debajo de las<br />

expectativas de la clase media. De hecho, la economía de bi<strong>en</strong>es de consumo<br />

no perecederos para las masas les había dejado de lado <strong>en</strong> todas partes hasta<br />

1914, y <strong>en</strong> todas partes salvo <strong>en</strong> Norteamérica y <strong>en</strong> Australia <strong>en</strong> el período<br />

de <strong>en</strong>treguerras. Un organizador comunista británico <strong>en</strong>viado a las fábricas<br />

de armam<strong>en</strong>to de Cov<strong>en</strong>try durante la guerra regresó boquiabierto: «¿Os<br />

dais cu<strong>en</strong>ta —nos contó a sus amigos de Londres, a mí incluido— de que allí<br />

los camaradas ti<strong>en</strong><strong>en</strong> coche».<br />

También los unía la trem<strong>en</strong>da segregación social, su estilo de vida propio<br />

e incluso su ropa, así como la falta de oportunidades <strong>en</strong> la vida qiie los difer<strong>en</strong>ciaba<br />

de los empleados administrativos y comerciales, que gozaban de<br />

mayor movilidad social, aunque su situación económica fuese igual de pre-

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