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Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

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EL FIN DEL MILENIO 573<br />

de la «clase política» (una expresión que al parecer tuvo su orig<strong>en</strong> <strong>en</strong> Italia),<br />

que se leían los discursos y los editoriales los unos a los otros: un grupo de<br />

interés particular compuesto por políticos profesionales, periodistas, miembros<br />

de grupos de presión y otros, cuyas actividades ocupaban el último<br />

lugar de fiabilidad <strong>en</strong> las <strong>en</strong>cuestas sociológicas. Para mucha g<strong>en</strong>te el proceso<br />

político era algo irrelevante, o que, s<strong>en</strong>cillam<strong>en</strong>te, podía afectar favorable<br />

o desfavorablem<strong>en</strong>te a sus vidas personales. Por una parte, la riqueza, la privatización<br />

de la vida y de los espectáculos y el egoísmo consumista hizo que<br />

la política fuese m<strong>en</strong>os importante y atractiva. Por otra, muchos que p<strong>en</strong>saban<br />

que iban a sacar poco de las elecciones les volvieron la espalda. Entre<br />

1960 y 1988 la proporción de trabajadores industriales que votaba <strong>en</strong> las<br />

elecciones presid<strong>en</strong>ciales norteamericanas disminuyó <strong>en</strong> una tercera parte<br />

(Leighly y Naylor, 1992, p. 731). La decad<strong>en</strong>cia de los partidos de masas<br />

organizados, de clase o ideológicos —o ambas cosas—, eliminó el principal<br />

mecanismo social para convertir a hombres y mujeres <strong>en</strong> ciudadanos políticam<strong>en</strong>te<br />

activos. Para la mayoría de la g<strong>en</strong>te resultaba más fácil experim<strong>en</strong>tar<br />

un s<strong>en</strong>tido de id<strong>en</strong>tificación colectiva con su país a través de los deportes,<br />

sus equipos nacionales y otros símbolos no políticos, que a través de las instituciones<br />

<strong>del</strong> estado.<br />

Se podría suponer que la despolitización dejaría a las autoridades más<br />

libres para tomar decisiones. Sin embargo, tuvo el efecto contrario. Las<br />

minorías que hacían campaña, <strong>en</strong> ocasiones por cuestiones específicas de<br />

interés público, pero con más frecu<strong>en</strong>cia por intereses sectoriales, podían<br />

interferir <strong>en</strong> la plácida acción <strong>del</strong> gobierno con la misma eficacia —o incluso<br />

más— que los partidos políticos, ya que, a difer<strong>en</strong>cia de ellos, cada grupo<br />

podía conc<strong>en</strong>trar su <strong>en</strong>ergía <strong>en</strong> la consecución de un único objetivo. Además,<br />

la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia sistemática de los gobiernos a esquivar el proceso electoral exageró<br />

la función política de los medios de comunicación de masas, que cada<br />

día llegaban a todos los hogares y que demostraron ser, con mucho, el principal<br />

vehículo de comunicación de la esfera pública a la privada. Su capacidad<br />

de descubrir y publicar lo que las autoridades hubies<strong>en</strong> preferido ocultar,<br />

y de expresar s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos públicos que ya no se articulaban —o no se podían<br />

articular— a través de los mecanismos formales de la democracia, hizo<br />

que los medios de comunicación se convirtieran <strong>en</strong> actores principales de la<br />

esc<strong>en</strong>a pública. Los políticos los usaban y los temían a la vez. El progreso<br />

técnico hizo que cada vez fuera más difícil controlarlos, incluso <strong>en</strong> los países<br />

más autoritarios, y la decad<strong>en</strong>cia <strong>del</strong> poder <strong>del</strong> estado hizo difícil monopolizarlos<br />

<strong>en</strong> los no autoritarios. A medida que acababa el siglo resultó cada vez<br />

más evid<strong>en</strong>te que la importancia de los medios de comunicación <strong>en</strong> el proceso<br />

electoral era superior incluso a la de los partidos y a la <strong>del</strong> sistema electoral,<br />

y es probable que lo siga si<strong>en</strong>do, a m<strong>en</strong>os que la política deje de ser<br />

democrática. Sin embargo, aunque los medios de comunicación t<strong>en</strong>gan un<br />

<strong>en</strong>orme poder para contrarrestar él secretismo <strong>del</strong> gobierno, ello no implica<br />

que sean, <strong>en</strong> modo alguno, un medio de gobierno democrático.<br />

Ni los medios de comunicación, ni las asambleas elegidas por sufragio

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