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Historia del Siglo XX - Biblioteca Virtual en Salud

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LA REVOLUCIÓN MUNDIAL 83<br />

V<br />

La fuerza de los movimi<strong>en</strong>tos que aspiraban a realizar la revolución mundial<br />

residía <strong>en</strong> la forma comunista de organización, el «nuevo partido» de<br />

L<strong>en</strong>in, una extraordinaria innovación de la ing<strong>en</strong>iería social <strong>del</strong> siglo xx<br />

comparable a la inv<strong>en</strong>ción de las órd<strong>en</strong>es monásticas cristianas <strong>en</strong> la Edad<br />

Media, que hacía posible que incluso las organizaciones pequeñas hicieran<br />

gala de una extraordinaria eficacia, porque el partido obt<strong>en</strong>ía de sus miembros<br />

grandes dosis de <strong>en</strong>trega y sacrificio, además de una disciplina militar y<br />

una conc<strong>en</strong>tración total <strong>en</strong> la tarea de llevar a bu<strong>en</strong> puerto las decisiones <strong>del</strong><br />

partido a cualquier precio. Esto causaba una fuerte impresión incluso a los<br />

observadores hostiles. Sin embargo, la relación <strong>en</strong>tre el «partido de vanguardia»<br />

y las grandes revoluciones para las cuales había sido creado y que ocasionalm<strong>en</strong>te<br />

conseguía realizar no estaba ni mucho m<strong>en</strong>os clara, aunque era<br />

pat<strong>en</strong>te que el mo<strong>del</strong>o se había impuesto después de haberse producido una<br />

revolución triunfante o durante las guerras. En efecto, los partidos l<strong>en</strong>inistas<br />

consistían es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> elites (vanguardias) de líderes (o más bi<strong>en</strong>, antes<br />

de que triunfaran las revoluciones, <strong>en</strong> «contraelites»), y las revoluciones<br />

sociales, como quedó demostrado <strong>en</strong> 1917, dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de la actitud de las<br />

masas y se produc<strong>en</strong> <strong>en</strong> situaciones que ni las elites ni las contraelites pued<strong>en</strong><br />

controlar pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te. Lo cierto es que el mo<strong>del</strong>o l<strong>en</strong>inista ejercía un<br />

notable atractivo, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el tercer mundo, <strong>en</strong>tre los jóv<strong>en</strong>es de las<br />

antiguas elites que se afiliaron <strong>en</strong> gran número a ese tipo de partidos, a pesar<br />

de que éstos hicieron grandes esfuerzos, con poco éxito, para promocionar a<br />

los auténticos proletarios. La pieza es<strong>en</strong>cial <strong>en</strong> la gran expansión <strong>del</strong> comunismo<br />

brasileño <strong>en</strong> los años treinta fue la incorporación al mismo de jóv<strong>en</strong>es<br />

intelectuales proced<strong>en</strong>tes de familias de la oligarquía terrat<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te y de oficiales<br />

de baja graduación (Leoncio Martins Rodrigues, 1984, pp. 390-397).<br />

En cambio, los s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos de las «masas» (incluidos a veces los seguidores<br />

activos de las «vanguardias») estaban <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tados a m<strong>en</strong>udo con<br />

las ideas de sus líderes, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los mom<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> que se producía<br />

una auténtica insurrección de masas. Así, por ejemplo, la rebelión de los<br />

g<strong>en</strong>erales españoles contra el gobierno <strong>del</strong> Fr<strong>en</strong>te Popular <strong>en</strong> julio de 1936<br />

des<strong>en</strong>cad<strong>en</strong>ó inmediatam<strong>en</strong>te la revolución social <strong>en</strong> ext<strong>en</strong>sas zonas de España.<br />

No era sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te que los militantes, especialm<strong>en</strong>te los anarquistas,<br />

int<strong>en</strong>taran colectivizar los medios de producción, aunque el partido comunista<br />

y el gobierno c<strong>en</strong>tral rechazaron esa transformación y, cuando les fue posible,<br />

la anularon, lo cual sigue si<strong>en</strong>do debatido <strong>en</strong> la literatura política e histórica.<br />

Sin embargo, ese episodio des<strong>en</strong>cad<strong>en</strong>ó también la mayor oleada de<br />

iconoclastia y de homicidios de signo anticlerical desde que <strong>en</strong> 1835 ese tipo<br />

de actuaciones pasó a formar parte de las tradiciones españolas de agitación<br />

Popular, cuando unos barceloneses que salían descont<strong>en</strong>tos de una corrida de<br />

toros quemaron varias iglesias. Ahora fueron asesinados unos siete mil ecle-

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