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La sordoceguera - APSA

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como “la posibilidad de que el deficiente mental desarrolle un tipo de vida tan normal como sea<br />

posible” (Bank Mikkelsen, 1975).<br />

Es, a raiz de este movimiento, cuando el concepto de normalización se expande por Europa y<br />

Norteamérica; por ejemplo, en 1972, Canadá será el primer país que publica un libro específico<br />

sobre el tema normalizador. Como resultante de la generalización del susodicho principio, se<br />

produce en el ámbito educativo un cambio fundamental, logrando pasar, no sin mucho esfuerzo, de<br />

monolíticas prácticas segregadoras a flexibles prácticas y experiencias integradoras. Se persigue un<br />

fin claramente: integrar a los deficientes en el mismo ambiente escolar y laboral que a los demás<br />

sujetos considerados normales. ¿Por qué?. En los últimos años, se ha considerado que los centros<br />

especiales proporcionan a los niños deficientes un ambiente demasiado restringido, que resulta<br />

empobrecedor y contraproducente desde un punto de vista educativo, muy costoso en función de su<br />

efectividad e ideológicamente inadecuado por favorecer la segregación y la discriminación (Brown y<br />

col., 1989).<br />

De tal manera, que nos enfrentamos a una especial revolución copernicana, un giro total de<br />

orientación como movimiento educacional, esta vez, hacia la institucionalización de la<br />

integración. Se toma conciencia que con la masiva creación de centros especiales, estamos<br />

regresando hacia viejas fórmulas utilizadas en torno a la “diferencia” y ahora, es preciso, dirigir y<br />

concentrar las fuerzas para intentar abandonar prejuicios ocultos y subyacentes caminando por la vía<br />

de la “desinstitucionalización”, entendida como movimiento segregador.<br />

No obstante, autores como Mayor (1988), sostienen que el proceso institucional de la<br />

Educación Especial está fuertemente abigarrado por el transcurrir temporal histórico en base a las<br />

numerosas actitudes socio-educativas suscitadas frente al constructo de la “diferencia” como tal.<br />

De ahí, que pese a este cambio integrador, se mantenga la justificación de una cierta<br />

institucionalización segregadora. Aunque, eso sí, no de forma mayoritaria, sino ajustando mucho el<br />

perfil de sus usuarios, como por ejemplo discriminando si son niños con severas o complejas<br />

discapacidades (sordociegos de bajo nivel), que requieren simultaneidad de tratamientos médicos,<br />

terapéuticos, educativos y asistenciales; o bien como necesidad para alumnos con graves dificultades<br />

de aprendizaje, cuya causa procede de un déficit sensorial como el síndrome de Usher, lesiones<br />

cerebrales masivas o severos trastornos emocionales o comportamentales, que exigen una atención<br />

educativa continua y especializada; y por último el hecho de que personas cuyas severas<br />

discapacidades o desajustes, no permiten que sus familias den respuesta autónomamente a sus<br />

necesidades.<br />

Ciertamente, a poco que reflexionemos, vislumbramos una idea bastante aproximada de ello.<br />

Me explico: toda opción educativa es criticable y por tanto mejorable; partimos de la premisa que<br />

puede albergar en sí misma como parámetro teórico-práctico unas puntualizaciones positivas y<br />

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LA SORDOCEGUERA. Tesis Doctoral J. Inmaculada Sánchez Casado.<br />

otras negativas. Al final establecemos un balance que se interpreta como la mejor opción dentro de<br />

los cauces posibles analizados, pero esto no quiere decir que no incluya errores, desventajas o<br />

defectos. Así pues, el modelo de escuelas especiales tiene una serie de cuestiones que son<br />

defendibles, pero al mismo tiempo acarrea inconvenientes bastante importantes. Por consiguiente,<br />

el balance general de este modelo de enseñanza arroja, para la mayoría de los autores actuales, más<br />

aspectos negativos que positivos como contrapartida, de ahí que aboguen y opten razonadamente<br />

por el nuevo modelo de enseñanza integrada -siempre que se cumplan aquellas condiciones que la<br />

garanticen-.<br />

Por tanto, ante este gran dilema pedagógico, la postura ecléctica va ganando adeptos. Es<br />

preciso analizar el contexto intra e intersujeto para después opinar en ese caso concreto, si es más<br />

favorable para sus condiciones específicas abogar por una educación integrada o especial. El estado<br />

de la cuestión se presenta “hic et nunc”, el aquí y ahora denota la concrección del problema como<br />

paso previo en la toma de decisiones. <strong>La</strong> Educación Especial, hoy por hoy, no parece posible que<br />

pueda dictaminar generalidades, es decir, un ambiente completamente natural o normalizador para<br />

todos, sin más condiciones, puede no ser lo más acertado, ni tampoco, por otro lado, son<br />

adecuados los entornos segregados y excesivamente cerrados para todos. De ahí que el sistema<br />

educativo español contemple tanto la atención de alumnos con necesidades educativas especiales en<br />

centros ordinarios como en centros de Educación Especial, y coexistan, asimismo, otras fórmulas<br />

de intervención intermedia como modalidades entre el aula normal o de apoyo de un centro ordinario

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